Vitoria - En Ondarroa se puso el broche el pasado 20 de mayo a un camino que se inició en octubre de 2014 en la gasteiztarra sala Baratza, una senda que ha dejado huella. Es el momento de charlar sobre lo andado y mirar hacia el futuro. Dos cortados y el silencio -después de la hora de comer- de La Unión, son los compañeros de conversación.

¿Le dio pena la despedida?

-Un poco, sí. Fue una mezcla de sensaciones. Un poco de pena y también algo de cansancio, aunque más de lo primero que de lo segundo. Es que he disfrutado muchísimo durante la gira. Ha sido una experiencia muy bonita en la que no hay episodios negativos. El mismo adiós tuvo su cosa. Fue un concierto largo, con la gente muy encima haciendo las voces... (risas). Y luego hicimos una pequeña fiesta de celebración entre amigos. Lo que sí tengo muy claro es que, no sé en qué momento, pero volveré a este formato porque entiendo que se ha abierto una puerta a la que hasta ahora nunca había llamado.

No deja de ser curioso el hecho de hacer algo por primera vez dentro de una trayectoria ya extensa como la suya.

-Es cierto. Ha sido un descubrimiento. Suelo decir entre amigos que después de estos 19 años anteriores, y exagerando un poquito, he descubierto ahora cuál es el sonido de mi guitarra. Que algo tan sencillo como esto lo aprecies a estas alturas no deja de ser sorprendente también para mí. Quizá por eso he disfrutado tanto. No es fácil enfrentarte solo a la audiencia, al repertorio y a todo, pero una vez que superas esos temores, miedos o inseguridades, te viene el disfrute. Esto no quiere decir que desprecies el trabajo con el grupo porque son cosas totalmente diferentes. Es, simplemente, que con esta gira me he dado cuenta de que la voz, la guitarra y el mensaje son armas suficientes para emprender un viaje y hacerlo importante. El hecho de que todo esto haya sido novedoso para mí tiene mucho que ver con que en los primeros años de mi carrera no me veía capaz de hacerlo porque mi relación con la guitarra era, probablemente, más difícil. Con el paso del tiempo, esa relación ha ido mejorando.

¿Y las canciones, cómo han aguantado ese cambio a ser interpretadas con voz y guitarra?

-La verdad es que estos años las canciones han nacido con la confianza de que el grupo las iba a vestir. Además, los últimos quince años he estaco acompañado casi por la misma banda y trabajas desde esa confianza y no pensando en que los temas se tienen que defender con guitarra y voz. Así que en este caso he tenido que hacer el camino inverso, desnudarlas de los arreglos de guitarra, de la contundencia de la batería... pero consiguiendo que cada tema tenga recorrido, riqueza, expresión.

¿Cree que la experiencia puede variar su forma de componer?

-Creo que algo he crecido con este proyecto. O por lo menos, me gustaría pensarlo así. Ha sido un entrenamiento intenso que me ha obligado a emprender caminos que de otra manera no hubiera hecho. Ahí sí que ha habido una evolución que me va a ayudar a la hora de enfrentarme a las nuevas composiciones y enseñarlas al grupo. Pero la metodología no creo que cambie. De hecho, las canciones que he utilizado en esta gira han aguantado muy bien o eso me ha transmitido la reacción del público, que ha sido muy cálida. Hombre, tampoco he preguntado a todo el mundo (risas). Sé que hay personas que han agradecido este formato, si quieres, a modo de cantautor clásico, pero imagino que también habrá habido alguno que habrá echado de menos al grupo. También te digo que en todo momento hemos intentado ser modernos en cuanto al sonido, es decir, que a veces cuando vas con guitarra y voz parece que no está permitido llenar el espacio con tu sonido y lo que nosotros hemos pretendido ha sido justo lo contrario. Por eso creo que allí donde hemos estado ha sorprendido el sonido de los conciertos. He tenido al mismo técnico durante toda la gira, lo que es un lujo.

Después de los conciertos en Baratza, ¿pensaba que este proyecto iba a durar tanto tiempo, colgando además el cartel de completo en muchos sitios?

-El plan era debutar en Baratza en octubre de 2014 y hacer un cuatrimestre de actuaciones después, entre febrero y mayo de 2015. Pero la respuesta fue inesperada, por lo bueno. Eso nos hizo desechar la idea de grabar nuevo disco con el grupo en verano del año pasado y seguir actuando. Claro, llegó un momento en que la propia gira se convirtió en el álbum MMXV. No siempre es fácil generar esa inercia en la que propones algo, el público responde y los programadores te están venga a llamar, y más teniendo en cuenta cómo están las cosas. Alguna vez, en el pasado, ya paré inercias que también eran bonitas pero no quería actuar así ahora. Quería, en el mejor sentido de la palabra si es que lo tiene, aprovecharme de esto que me estaba ocurriendo. De todas formas, antes mencionábamos las actuaciones en Baratza, y la verdad es que me gustaría subrayar lo importante que fueron esos dos conciertos. Fueron muy cálidos y me sirvieron para apuntalar mi actitud hacia la gira. Fueron muy importantes.

¿Muy diferente girar con la banda que en solitario, también en la relación con el público?

-Mucho. Desde que sales de casa, de hecho. Has quedado para ir a un concierto, tienes que esperar al que llega tarde, vas en la furgoneta cada uno con sus penas y sus alegrías, llegas... el grupo te aporta mucho pero también te obliga. Si quieres recibir lo mejor de ellos, les tienes que dar lo mejor de ti. Para recibir lo mejor de ti mismo, lo que tienes que hacer es cuidarte y trabajar, pero todo queda en tu persona, en esa intimidad. Con la banda, si no quieres una relación funcionarial, tienes que cuidar muchos aspectos y es también un desgaste. En esta gira, todo lo he vivido con mucha intimidad: llegar a los sitios en soledad, sin hablar, hacer una prueba de sonido cortita... En los conciertos he hablado bastante más de lo que lo hago cuando voy con el grupo, pero creo que he estado relativamente inspirado (risas). He tenido un montón de acercamientos, cientos de conversaciones que han sido especiales y bonitas, pero bueno. Lo bonito es que creo que la gente ha conocido a un Mikel Urdangarin que no había visto hasta este momento.

¿Y ahora?

-La verdad es que nos han salido tres o cuatro propuestas para seguir tocando en verano, pero hemos dicho que no, aunque la situación no esté para eso. Nos hemos despedido y ya está, también hay que saber parar. La idea es descansar seis meses, o mejor dicho, parar de tocar. Quiero descansar de los directos salvo alguna excepción, como un concierto homenaje a Leonard Cohen que está cerrado hace tiempo y que será en Bilbao en octubre. Bueno, y estar en el Smithsonian Folklife Festival de Washington. Pero ya te digo que la idea es parar, darme descanso a mí pero también al público. Cantar no te cansa, pero hay que saber ausentarse. En mente tengo, además, preparar durante este verano el próximo disco de estudio con el grupo. También echo de menos tocar con la banda.

Con lo cual, nuevo disco para 2017.

-En principio, se presentaría el 30 de diciembre de este año en el Kafe Antzoki. Pero también hemos dejado otras puertas abiertas. A veces cambian los planes y me vienen otras ideas muy diferentes. Pero bueno, ese es el plan y creo que se cumplirá.

En 2017, 20 años en la música. ¿Un número más o...?

-No tenía pensado hacer nada, pero ahora que lo dices... (risas). Hombre, no vamos a menospreciar tampoco la cifra, pero la viviremos haciendo las cosas con normalidad. Cada concierto es una celebración. Es disfrute y decirme: joder, qué suerte es poder seguir haciendo esto. No le pongo caducidad. Hasta que el cuerpo, la edad y la creatividad me permitan seguir. Siempre, eso sí, sabiendo que éste es un mundo difícil, y que planteas las preguntas pero las respuestas están en manos de otra gente. Todo es muy cambiante. Mi ideal es no retirarme jamás porque la música va a estar presente en mi vida siempre, sea de una manera profesional o no. Pero sabes que éste es un mundo en el que hay que pelear muchísimo, en el que no hay que bajar la guardia jamás. Hay una sensación que se me ha acentuado en esta gira en solitario: la relación con el público está obligada a una especie de continua renovación, es un contrato que se tiene que renovar de manera continua. No vale dar por hecho nada. Cada concierto es un examen a superar o por lo menos así lo vivo. Vengo aquí, a daros razones para que sigáis creyendo en mí. Esa actitud la he tenido con el grupo, pero en la gira en solitario creo que se ha acentuado. Tampoco eso tiene que ser una presión excesiva.

¿Pero a veces no se siente un poco como una isla en el panorama actual de la música vasca? Lo digo porque, por ejemplo, los medios parece que se fijan más en otros géneros y los focos van siempre sólo a dos o tres grupos y artistas.

-Es verdad que hubo una época en la que ocupábamos más tiempo en la radio, pero bueno, igual es que un día dejamos de ser jóvenes (risas). Mira entre 2005 y 2008 tuvimos algo de bajón de espectadores, pero fue salir Anek idatzi dit zutaz, entrar en la crisis y experimentamos un auge de público que se mantiene, e incluso crece, hasta hoy, algo todavía más importante cuando se ha generalizado que en los conciertos se vaya a taquilla. Ahí, yo me siento afortunado. Es más, en esta gira en solitario me he encontrado con mucha gente joven, público de 16 a 20 años. Eso nos ha llamado la atención. No sabemos cómo, pero les ha llegado la transmisión de lo que hacemos. Eso te da una satisfacción enorme. Es lo que me vale. Nunca me he considerado maltratado por los medios, todo lo contrario. Es más, a veces he tenido más presencia mediática que la real en los escenarios. Es normal que hoy ciertos grupos tengan más presencia por todo, por el estilo, por la gente que mueven o por lo que fuere. Lo que me preocuparía es que, de repente, la gente dejase de venir a los conciertos. Si llega ese día, aunque voy a hacer todo lo posible porque no suceda, yo me retiro de esto, aunque la música no va a desaparecer de mi vida. Quizá hago mal, pero sé que compongo y canto para alguien, no para mí. Esto me hace feliz, me da orden, me sienta bien física y psicológicamente, así que tengo que hacer todo lo posible para mantenerlo.