El imperio Mediaset sigue triunfando en los rankings de audiencia de la hispana tele, y éxito tras éxito, producen como churros espacios en los que puede brillar el talento de neófitos y consagrados en un ejercicio de espectáculo continuo, que busca el más difícil, el más sensacional, el más artista de la pista todavía. Y el sábado por la noche, los de Vasile volvieron a demostrar con creces que manejan la tele de brillantes luces, puestas en escena apoteósicas y momentos estelares de empatía y emociones humanas, al borde del llanto.

Levántate all stars es un ejercicio televisivo que solo los de la cadena transalpina saben construir, ejecutar y explotar con potencia mediática, en medio de un escenario complejo y rico, dominado por cámaras/cabezas calientes que todo lo sobrevuelan y todo lo registran, creando la sensación en el espectador de que está en las gradas del set viviendo apasionadamente cada interpretación musical de una pareja de famosos, unidos por las necesidades del guion televisivo.

Para la ocasión, la cadena triunfadora decidió apostar por Jesús Vázquez, sacándole de miembro más o menos anodino de jurados más o menos chabacanos, y convirtiéndole en estrella conductora de un programado llamado a tener muchos millones de espectadores, en el que el gallego se movió con su extraordinaria habilidad para manejarse ante las cámaras. Con el apoyo más molesto que eficaz de Alaska y su eterno compañero Vaquerizo, la gala transcurrió en un ejercicio in crescendo de emoción y participación famosea.

Desde el miembro de Ketama y su hijo hasta Bimba Bosé y Silvia, el escenario recogió el buen hacer de muchos celebrities de la canción y el mundo de la farándula mediática, como el cara dura Toño Acosta, representante depredador de ingenuas estrellas y estrellitas del rollo, capaz de sacar brillo a un doblón de plomo.