Cuando se cumplen 400 años de la muerte del mejor dramaturgo de la historia, William Shakespare sigue siendo fuente inagotable de fertilidad literaria. Pero, ¿quién fue realmente el autor de Hamlet? El misterio sigue rodeando su figura. El hecho de que la información biográfica sea más bien escasa contribuye a alimentar la incertidumbre en torno a su identidad.
Se supone que William Shakespeare nació el 23 de abril de 1564, o quizá no, porque el único registro que consta es el de su bautizo tres días más tarde. Pero esa es la fecha que marca la convención para conmemorar su nacimiento, que además coincide con la de su muerte en 1616, a los 52 años. La polémica también rodea a la fecha de su fallecimiento, ya que corresponde al calendario juliano vigente en aquella época, pero equivale al 3 de mayo en el gregoriano usado de manera oficial en casi todo el mundo desde finales del siglo XVI y en Reino Unido desde 1752.
Hay una gran división entre los que creen que Shakespeare era Shakespeare y entre los que están convencidos de que nunca existió. Así, por ejemplo, Stanley Wells, de la Universidad de Birmingham, reunió en 2013 en el libro Shakespeare más allá de toda duda pruebas históricas sobre la identidad del dramaturgo. El libro trata de demostrar que Shakespeare trabajó en el mundo teatral de Londres y que no hubo dudas sobre su identidad y autoría entre sus contemporáneos. Numerosos expertos tampoco albergan dudas de que el dramaturgo británico colaboró con otros escritores para redactar algunas de sus obras, lo que para la mayoría de académicos supone una prueba más de que no existe misterio alrededor de su identidad.
En el marco del 400 aniversario de su muerte, una exposición en Londres organizada por la prestigiosa universidad King’s College, conjuntamente con el Archivo Nacional, presenta al público algunos de los documentos legales más importantes del autor de Otelo. Solo existen seis firmas auténticas de Shakespeare, de las cuales cuatro están presentes en esta retrospectiva. Algunas de ellas aparecen abreviadas como “Willm Shakp” o “William Shakesper”, pero la más clara y significativa es la del testamento que dejó en favor de su esposa, hijas, amigos y hasta de los pobres su ciudad natal. El documento restaurado deja entrever que Shakespeare dejó una fortuna importante en efectivo. Los ilegibles textos han sido analizados y descifrados por expertos quienes han encontrado que Susana, su hija mayor fue su principal heredera.
La muestra refleja también los años del dramaturgo en Londres, cuando fundó la compañía teatral Chamberlain’s Men y el teatro The Globe, su paso como inquilino en una casa de inmigrantes franceses en esta ciudad y su relación con el rey Jaime I. Entre los documentos oficiales se encuentran los sorprendentes orígenes del teatro The Globe, además una de las salas alberga el listado de obras que la compañía de Shakespeare presentó entre 1604 y 1605. Una época en la posiblemente escribió La Comedia de las equivocaciones, Medida por medida, Las Alegres comadres de Windsor, Penas de amor perdidas y Otelo.
teorías conspirativas Sin embargo, no todos lo tienen tan claro. Consideran que lo poco que se sabe de él no encaja en el perfil de un autor que haya podido legar a la humanidad semejantes obras inmortales. Como el hecho de que fuera el hijo de un artesano guantero analfabeto, o el de que en su testamento - no redactado por él, pero sí firmado- , no se mencione la posible existencia de obras escritas, publicadas o por publicar; o que la firma del mencionado testamento es sospechosamente deficiente, y que curiosamente, estos documentos son los únicos vestigios de puño y letra que se conocen de este escritor.
Una de estas hipótesis sugiere que el filósofo y político Francis Bacon (1561-1626) fue el verdadero autor de las obras de Shakespeare, y que el nombre del dramaturgo es fruto de su imaginación. Hasta Nietzsche dio crédito a esta hipótesis.
Pero, la que más adeptos tiene es la de los oxfordianos, que defienden que el autor de las obras de Shakespeare fue Edwar de Vere (1550-1604), el 17º conde de Oxford, que escribió numerosas poesías y obras teatrales juveniles que, sin embargo, no se difundían más allá de los círculos cortesanos. Sus obras cesaron cuando empezaron a aparecer las primeras obras de Shakespeare. Y los Sonetos, publicados en 1609, contenían unas indicaciones por parte del editor de que el autor ya había muerto. Vere reunía las condiciones artísticas que los anti-stratfordianos no encuentran en Shakespeare. Roland Emmerich, el director de Independence day, defendía esta hipótesis en 2011 en su película Anonymus. El cineasta no se cansa de repetir que él no se ha inventado nada que no apuntaran antes Mark Twain, Charles Dickens o Sigmund Freud: William Shakespeare fue la tapadera utilizada por el Conde de Oxford que, por su condición social, no pudo rebajarse a revelar su pasión por el teatro.
Otros autores también defienden la posibilidad de que el dramaturgo inglés Christopher Marlowe (1564-1593) pudiese ser el verdadero escritor. Marlowe murió en una pelea poco después de ser acusado de ateo, años antes de que las grandes creaciones de Shakespeare salieran a la luz. Sin embargo, sus defensores consideran que éste pudo haber fingido su muerte para librarse de los cargos y continuar escribiendo bajo un nombre falso. ¿Fue o no fue Shakespeare un fraude? Cuatrocientos años después de su muerte, la polémica continúa.