la sombra de Mikel Laboa sigue siendo muy alargada casi seis años después de su muerte. Su valiente actitud creativa sigue siendo un ejemplo para las generaciones musicales vascas más jóvenes, como han demostrado recientemente los bailables y electrónicos Delorean y WAS. Y ya lo hicieron hace 25 años, desde el campo del rock y el punk, otra serie de músicos que colaboraron en Txerokee. Mikel Laboaren Kantak, un disco con participación de Tapia, Negu Gorriak o Su ta Gar que estaba descatalogado y que ahora reedita Elkar.

Laboa alabó el trabajo de aquel grupo de jóvenes rockeros euskaldunes que se habían atrevido a realizar “nuevas interpretaciones” de sus canciones adaptadas “a la forma de entender la música hoy en día”. Esa conexión entre músicos de “dos generaciones” sucedió hace un cuarto de siglo pero no había forma de acceder a ella porque el disco estaba descatalogado desde hace años.

Todavía resuenan las alabanzas de los músicos participantes. Xabier Montoia (cantante de M-ak, escritor e impulsor del disco), indicó que fue “un reconocimiento al trabajo creativo y experimental de Laboa” mientras que Fermín Muguruza calificó al cantautor de “referencia inevitable de la música vasca”. Y las nuevas generaciones no han variado de opinión. Ekhi Lopetegi, cantante y bajista de Delorean, grupo que ofreció un homenaje a sus canciones recientemente en el Teatro Arriaga, nos destacaba “su lado atrevido y valiente, su trabajo experimental y loco”.

Elkar ha vuelto a poner en circulación Txerokee, disco en el que los músicos participantes no cobraron ni una peseta (de la época) y en el que participaron IZ y Elkar para “conseguir dinero para Seaska, el movimiento de ikastolas de Iparralde”. El álbum, con portada de Zumeta, buen amigo de Laboa, se abre con Su ta Gar, el único de los grupos participantes que prosigue en activo en 2016. Y lo hace con su visión heavy del mítico Haika mutil, que luego siguió interpretando en directo.

Negu Gorriak se atrevió con Gaberako aterbea, canción clave (con aires de rock rapeado) en la formación de los exKortatu, ya que incluye en uno de sus versos las dos palabras que dieron nombre al trío. La nómina de músicos curtidos se amplió con los punkies B.A.P.!, con su visión de Gogo eta gorputzaren zilbor-hesteak, de ecos funk; los añorados Delirium Tremens (su fuerte personalidad traslada Baztan a su universo sonoro de guitarras punzantes y timbre vocal chulesco); y M-ak, el grupo del cantante y escritor Xabier Montoia. Versionó Zaude lasai, co-escrita entre Laboa y J. A. Artze, como el resto de canciones incluidas en el álbum que no provenía del legado folclórico euskaldun, con unas guitarras y voces plenas de tensión.

En el apartado de neófitos (hoy inactivos y olvidados) destacan Bukaera, que convirtió en un ejercicio de rock intenso Ama hil zaigu, y Karkaxa, que reincidió con Haika mutil, alternando lirismo y crudeza. Pottoka, rockero de baserri, traslada Ituringo arotza al rock unipersonal y saturado del joven Billy Bragg, mientras que Kiowak le echó valor para enfrentarse a Baga biga higa. Lekeitio 2, en clave eléctrica con el añadido de un saxo.

La nota exótica la puso el técnico y productor Angel Katarain, histórico de IZ y muy unido a M-ak, que se puso experimental con Txoria txori (Hegoak), alternando txalapartas, jazz, sintetizadores, el recitado de la letra y percusiones poderosas. Y la visión más folk llegó de la mano del dúo Tapia eta Leturia, que cierra el proyecto con Lekeitioruntz, a ritmo de trikitixa, pandero y un collage alocado y complejo (pero efectivo) de tonadas de Mikel que conectan la raíz euskaldun con lo experimental.

Xalbador Y no menos influyente para el bertsolarismo y la canción de autor, especialmente en Iparralde y en gente como Martikorena y Bedaxagar, fue Xalbador. En noviembre se cumplirán 40 años de su muerte y ahora se le tributa un homenaje con la recuperación de sus grabaciones, “tanto en su faceta conocida de bertsolari como la no tan popular de cantante”. El primer lanzamiento es Ifarraldeko kantu zaharrak. Disco especial que nos abrió la tradición musical de Iparralde, en 1976, con la edición de 19 composiciones (a capella, sin apoyo instrumental) firmadas por Jean Etxamendi, Pierre Dibarrart o Jean Baptiste Elissamburu en las que Xalbador recita textos sobre el amor, su querencia por Euskal Herria, el oficio de bertsolari, el trabajo, el dolor, la ausencia y estampas del caserío y ferias ganaderas. En otoño se editará un doble CD con “algunos de sus versos más emblemáticos y parte del sentido homenaje que se le dedicó en su funeral”.