- Una vez más, Jon Arretxe (Basauri, 1963) intenta reflejar “todas las voces que hay en nuestra sociedad” en el argumento de esta novela negra que discurre entre Malí y el barrio de San Francisco de Bilbao.

Ahora está en tiempo de promoción, ¿cómo lleva lo de dejar de escribir y empezar a hablar de lo escrito?

-Pues la verdad es que me gusta todavía más (ríe). Me lo paso muy bien hablando. Lo de escribir no es ningún placer, no voy a decir que sea un sufrimiento terrible, pero es un trabajo muy duro. Las satisfacciones de verdad vienen a partir de la publicación; entonces ya respiras y puedes empezar con entrevistas, presentaciones, charlas... A mí me encanta hablar de mi libro (ríe).

Le gusta entonces el contacto directo con el público.

-Hace muchos años que doy charlas en distintos sitios para hablar de mis viajes o de mis libros, pero la charla perfecta es en un club de lectura en el que han elegido uno de tus títulos, se lo han leído y te van a preguntar por él. Además, me gusta y me ayuda que los lectores me escriban y me comenten lo que les ha parecido.

En este caso, saca a Touré de Bilbao y lo lleva a Malí. ¿No será una excusa para viajar usted también a África?

-(Ríe) Eso me han dicho algunos, sí. Pero creo que ya me estoy pasando de estar fuera de casa... Durante años sí que me he trasladado a los lugares donde ubicaba mis libros, pero ya no colaba (ríe), así que empecé a situarlos en la llamada Pequeña África de Bilbao, en el barrio de San Francisco. En esta ocasión, tuve la tentación de irme a Bamako, pero ya había estado varias veces y conocía la ciudad lo suficiente como para escribir sobre ella.

Creo que suele instalarse en el barrio de San Francisco para escribir las novelas de Touré.

-Sí, sí. Ya llevo cuatro años haciéndolo, me dejaron un piso en plena calle San Francisco. Yo vivo en Arbizu, un pueblo súper bonito; miro por una ventana y veo Aralar, miro por la otra y veo San Donato... Es un lugar perfecto para escribir poesía, si acaso podría servir para una novela negra rural o tipo nórdica, con un loco con una motosierra cortando cabezas, pero lo mío es una novela negra urbana, de barrio marginal y eso no existe por aquí, por eso me voy a San Francisco.

Precisamente, a través de ese escenario nos muestra en qué condiciones viven muchos inmigrantes a los que invisibilizamos o criminalizamos.

-Cada vez lo están pasando peor, y en este momento más aun por los atentados yihadistas, que han fastidiado mucho a esta gente normal, humilde, que en su gran mayoría vienen aquí a currar. Estas circunstancias están propiciando que criminalicemos a todos los extranjeros, y si son africanos o musulmanes mucho más, con la inestimable ayuda de algunos políticos sin demasiados escrúpulos que se han dado cuenta de que ahí tienen un filón de votos.

En esta novela se lleva a Touré a África, ¿por qué ahora?

-Tenía claro que alguna de las novelas de Touré se iba a situar en África, era lo lógico y lo natural. Él vive al borde de la legalidad, de hecho no tiene papeles y en cualquier momento lo pueden pillar y deportar, y era normal que ocurriera antes o después. También la ocasión era perfecta, está pasando por un momento muy bajo, tiene ganas de vengarse por lo que le ocurrió en la novela anterior... Todos los elementos eran adecuados y tenía ganas de escribir una especie de thriller africano.

Este viaje también le permite introducir otros elementos diferentes a los de las últimas novelas.

-Claro. Con esta novela también he retornado un poco a mis primeros libros, que en forma de crónica o ficción, eran literatura de viajes en el fondo. Para los lectores del Occidente europeo plantear una historia en África ya contiene ese elemento, luego ya habrá gente a la que le guste más o menos el cambio. Nunca se sabe, lo veremos de aquí a unos meses.

¿Qué tipo de personajes nos vamos a encontrar en esta peripecia?

-He intentado meter un tipo de personajes que son reales, que he conocido yo en África. Para empezar, un albino. Sin soltar un rollo y demostrar lo erudito que soy sobre este tema, he querido dar unas pinceladas para que la gente se dé cuenta de lo terrible que es ser albino allí. Es una maldición. Hay niños albinos a los que matan nada más nacer, hay gente que les tiene miedo, otros les cortan miembros para hacer magia negra... Eso es lo que le pasa a Alou, el anfitrión de Touré en Malí. También he metido personajes singulares, como una vendedora de sandías que está medio loca, un hombre que arregla ordenadores, televisores, de todo, y un policía corrupto como son prácticamente todos allí.

Menudo sinvergüenza el tipo.

-Sí, aunque aquí también hay cada vez más corrupción en este ámbito. Ni en Occidente ni en Navarra ni en Pamplona estamos libres de ella. Aunque, eso sí, en África está muy generalizada, a veces disfrazada de picaresca, y me apetecía introducir a un policía que utiliza los métodos que se utilizan allí, como el ojo por ojo, por ejemplo.

También hay mujeres interesantes.

-Sí, siempre me gusta que aparezcan. En Sombras de la nada, prácticamente todo el peso lo llevaban las mujeres. En este caso, además, me interesaba especialmente mostrar qué supone ser mujer en África. Por ejemplo, Alou parece un tipo muy alegre, simpático, pero luego le pone los cuernos a su mujer con cualquiera porque es lo que hace cualquier hombre africano. Solo que Aisha decide revelarse, aunque está condenada vivir allí. Igual que la otra chica joven, que está casada con un viejo, algo muy habitual porque un hombre le regala a su hija a un amigo o se la da a un rico... Este tipo de situaciones son muy habituales.

Y a este entorno llega Touré con sus propios problemas.

-Así es. Por un lado, llega sin ilusión por la vida, se siente un fracasado, le dejan tirado en Bamako, no sabe si volver a casa porque no sabe qué contarle a su familia... Y, además, tiene una crisis de identidad, ya no se siente ni de allí ni de aquí. Lleva cinco años en Europa y una vez de vuelta en África le sorprende hasta el baño de las casas. Poco a poco vuelve a coger el ritmo de tomar el té, de hablar y hablar, dejando pasar el tiempo sin más. Hasta que aparece la mafia nigeriana, claro.

Ya son cuatro las novelas de Touré, ¿qué tiene este personaje que lo distinga de otros investigadores?

-Acabo de estar en Barcelona hablando con la que va a ser mi nueva agente y me ha dicho que va a intentar movérmela por Europa porque resulta es el primer detective negro europeo. Y tal vez sea cierto, la verdad es que no había pensado en ello, pero mirando un poco en otros países no hemos encontrado ninguno. Además, Touré es un inmigrante ilegal y tiene esa clásica picaresca africana. En 19 cámaras empezó trabajando de gigoló y luego se hizo pasar por adivino; en 612 euros en se convierte en detective sui géneris, a su manera; en Sombras de la nada le empiezan a superar los acontecimientos; en esta cuarta ya saca mala leche y en adelante seguirá evolucionando.

¿Tendremos Touré para rato?

-Sí. Cuando empecé tuve claro que esto iba para saga, pero cuando terminé la tercera tuve la tentación de dejarla así. Me parecía un final redondo, pero decidí que no, por una parte porque les tengo manía a las trilogías y, por otra, porque no podía dejar al pobre Touré así de hundido. Además, muchos lectores me escribían para preguntarme por su futuro, algunos se mosqueaban conmigo por hacerle sufrir tanto... Y pensé que tenía que sacarle de ese agujero. Puede que luego las tramas gusten más o menos, pero el personaje en sí ha caído muy bien, la gente le quiere, yo también le quiero y me siento muy identificado con él. Espero que tenga larga vida.

¿Y el escritor deja espacio al cantante de ópera?

-De hecho, la música cada vez se hace más sitio. Yo he sido músico antes que escritor; empecé a estudiar solfeo, piano, acordeón y canto con 6 años. Hace doce o trece lo retomé y cada vez canto más, tanto en coros como solista. Y me gustan tanto las dos cosas, la literatura y la música, que no quiero apartar ninguna. Ahora mismo creo que estoy en el mejor momento de mi vida; hago lo que me gusta, lo que quiero, y vivo feliz.

Título. Juegos de cloaca/Estolda jolasak (Arretxe siempre publica en euskera y castellano de manera simultánea).

Autor. Jon Arretxe.

Editorial. Erein.

Extensión. 208 páginas.

Precio. 18 euros.

Sinopsis. Touré toca fondo. El dolor le ciega y su deseo de venganza le hace cometer acciones por las que acabará deportado. Lo que no imagina es el destino que le espera en su África originaria. Allí se reencontrará a sí mismo en una cultura y una sociedad en las que aún se reconoce y que le ayudará en la huida frenética que deberá emprender para salvar la vida.