hay momentos en la vida televisiva de la sociedad de nuestros pecados, que son especialmente esperados, recordados durante largo tiempo e incorporados a nuestro calendario particular de consumidores de tele. Y una de esas ocasiones estelares es la de la llegada de los anticipos de la Navidad, con su sarta de anuncios consumistas a tope, anunciando colonias, perfumes, ropa interior, coches de lujo, sabrosos jamones o polvorones a mogollón, y singularmente la emisión del reclamo de la mayor lotería del gordo. Desde que la Organización Nacional de Apuestas y Loterías contratase a un actor de calva cabeza y mirada empática, el anuncio tomó relevancia y se estudió con mimo y detenimiento cada plano, cada historia, cada edición anual. A estos tiempos de dichas anunciantes y triunfos en la audiencia, sobrevino una penosa idea de cantantes de relumbrón y obligó a un cambio que explota historietas humanitarias, cercanas, anónimas con el slogan de que la mayor felicidad es compartir la vida con los demás. Este año ya se anuncia un reclamo para vender décimos de la más popular apuesta de estos pagos y se ha construido un producto trabajado con digital tecnología que cuenta una situación sencilla de compañerismo y solidaridad, que no son valores despreciables en los tiempos que corren. El personaje, humilde, sencillo y entrañable circula por los diversos escenarios de su vida, casa, trabajo y calle con actitud bonachona, amical y punto sinsorga. Spot rodado en diversos metrajes, el que se exhibe en los cines es un excelente corto de animación. Acierto oportuno del organismo encargado de loterías que ha recuperado sensaciones, pulso y notoriedad en las loteras fiestas anticipo de la Navidad. Alto nivel técnico de una producción profesional por mensaje, narración y personajes, sacados de la vida real, reales como la vida misma.