También el vestido, en distintos largos, siluetas y estructura, dirigió la colección de Roberto Torretta, un viaje que comenzó en rosa palo y terminó en negro y blanco, pasando por el rojo español y el tejido masculino príncipe de gales. Como es habitual en sus diseños, Torretta trabajó el cuero para confeccionar faldas y tops en negro.
desfiles vespertinos “Hay un tipo de amor en la vida que es para siempre, que permanece en el tiempo”, así lo cree Ana Locking, que pertrechó una colección con prendas que evocan su faceta más romántica, mientras que Amaya Arzuaga convirtió los gélidos diseños de Eero Saarinen en delicados vestidos tridimensionales. “Es importante recordar que todo lo que hay en la vida es caduco, la muerte lo hace en momentos puntuales, y eso, irónicamente, nos hace valorarla”, señaló Locking que se dejó guiar por esta reflexión en Foreva, una de las colecciones más destacadas.
Medio centenar de salidas, una decena de hombres, dibujaron un minucioso retrato de la compleja reflexión de Locking, la candidez marcada de una falda con volantes rosa, acompañada por una blusa nude, era confrontada por el naranja butano de un sinuoso vestido en tela plisada. “Hay cuatro trajes naranjas, son señales de advertencia, momentos en que algo pasa y la vida te da un vuelco”, advirtió.
Con ese afán romántico, Locking recuperó tejidos ricos, como el chantilly con el que confeccionó vestidos cóctel, con superposición de flores, cortadas a tijera. Románticos también fueron los coquetos volantes que adornaron una falda teñida en rosa empolvado así como los pequeños lazos que adornaban sus bolsos. La burgalesa Amaya Arzuaga tomó el testigo romántico, con una exhibición de vestidos de volúmenes imposibles, inspirados en los edificios del Eero Saarinen.
Los delicados volúmenes del arquitecto finlandés elevaron los volúmenes de cuellos, mangas y faldas, hasta desdibujar, en algún caso, la silueta tradicional del vestido. “Es mi colección más romántica, he trabajado tejidos muy tecnológicos y los he acompañado con tules y neopreno”, detalló la diseñadora, que en esta ocasión presentó superposiciones, volantes y plisados, para delimitar la silueta. Tras años desfilando en París, Arzuaga volvió a desfilar en Madrid con su primera línea comercial, y prueba de ello fueron piezas de volumen elevado como una pieza construida en tres colores y en tres tejidos distintos.
De los patrones románticos de Ana Locking y Amaya Arzuaga, la pasarela viró hacia los bloques de color de Juanjo Oliva, que reservó su desfile en la programación de la FashionWeek Madrid para Elogy, la línea que firma para El Corte Inglés, porque tras un periodo “confuso”, está a la búsqueda de un modelo de negocio que haga viable su trabajo de alta costura. El creador madrileño cree que el sector de la moda está “saturado” y “algo disperso”, por eso optó por concentrar su propuesta en una colección de 25 vestidos, la pieza “fetiche” que le ha acompañado a lo largo de su carrera.
Un círculo cromático que comenzó en negro y acabó en blanco guió la propuesta de Oliva, pasando por tonos azul pato, verde lima, berenjena, amarillo limón y naranja teja. Con un uso de la paleta cromática en su vertiente más emocional, el creador construyó vestidos de noche de líneas depuradas y limpias, con cortes muy racionales.
Hannibal Laguna, más romántico de lo habitual e influenciado por la cultura española y la tauromaquia, creó Azabache, una serie de vestidos de noche que exhalan costura clásica, de manufactura artesanal, armados con tul, pedrería, encaje y tejidos nobles.