la totalidad de las cadenas visten en esta semana septembrina sus mejores galas televisivas, ya sea en series, concursos o programas de variedades. Tras el largo y cálido verano, los canales arman programaciones para la carrera entre hoy y las calendas navideñas, y en esta carrera por las audiencias y los recursos comerciales, todas, incluida la tele estatal pública, necesitan convencer a planificadores y vendedores, de la bondad y aceptación social de su producto para mayor gloria de accionistas y responsables políticos que gozan/sufren en función de la pasta a repartir o imagen pública a agradecer. Vuelven los programas que ya han probado su eficacia mediática, como Velvet, La voz, mientras que los estrenos también se prodigan este mes, como Olmos y Robles, Carlos Rey emperador o Gran Hermano 16, prodigio hispano de mantenimiento en parrilla con éxitos de audiencia millonaria. Cada maestrillo utiliza su librillo y todos persiguen atender a sus clientes, que vueltos a la normalidad laboral y social, emplean casi tres horas diarias de su existencia al consumo de televisión. Y en esa poderosa masa de telespectadores los Vasile, Díez, Contreras, Carlotti, por citar algunos responsables de las cadenas televisivas, lanzan poderosos cebos, con espectaculares promos para recoger numerosa marea en la que apueste la publicidad. Llama, de entrada la atención la serie de Pepe Viyuela y el ojazos de El Príncipe en la recién estrenada serie Olmos y Robles, dos miembros de la Benemérita, capaces de mezclar humor e investigación que pueden terminar calando en el personal. Los primeros minutos no definieron con acierto, la encarnadura de los personajes principales, excesiva sobreactuación histriónica del cómico y abuso de frialdad en el guapito. Cierta sorpresa causa el mantenimiento sin modificaciones de los info, que al parecer satisfacen los intereses de cada cual.