Vitoria - La trigésimo novena edición del Festival de Jazz de Gasteiz pone hoy el broche. Lo hace, además, con un único concierto en Mendizorroza, algo que en los últimos años se ha hecho en contadas ocasiones, más que nada de la mano de Sonny Rollins. La responsabilidad recae esta vez en dos músicos que necesitan de pocas presentaciones y menos en la capital alavesa, Chick Corea y Herbie Hancock. Ambos se han unido para una gira mundial más que selecta, con unas pocas paradas entre las que se incluye, de manera exclusiva en el Estado, la de esta noche.
Así que mejor estar atentos a lo que suceda desde el principio, entre otras cosas porque ni la radio ni la televisión podrán dejar constancia. La cita en el polideportivo (en esto no habrá variaciones) será a partir de las 21.00 horas, estando las entradas a la venta por 40 euros.
Lyon, París, Bruselas, Londres, Copenhague, Rotterdam, Essen, Antibes, Perugia, Sankt Moritz y Montreux han precedido a Gasteiz, penúltima parada de un tour que mañana se despedirá en Lisboa. No va más. Y en muchos de estos lugares, el cartel de completo está siendo una constante en la taquilla. Es indudable que, por separado, cada uno de los dos músicos tiene argumentos de sobra para llevarse al público en el bolsillo. Y juntos de nuevo está sucediendo lo previsible.
No es la primera vez que los dos se adentran en un mano a mano a lo largo de sus respectivas trayectorias. Ya lo hicieron a finales de los años 70 del siglo pasado (en cuyo recuerdo se supone que se ha montado el actual tour), aunque ha habido otras ocasiones para repetir de manera ocasional, sin olvidar que, en compañía de otros, han coincidido alguna que otra vez. Ahora, cuando los dos están rondando los 75 (les separa un año), se han adentrado en una aventura que, eso sí, quiere escapar de nostalgias y recuerdos.
De aquella primera unión en el 78 quedan para el recuerdo dos discos que, en realidad, son consecuencia el uno del otro CoreaHancock y An Evening with Herbie Hancock & Chick Corea: In Concert. Imposible, como es lógico, intentar hacer un calco de aquello porque los tiempos y los músicos son diferentes. Además, ni Hancock ni Corea quieren repetirse, sino darse un capricho, que a estas alturas de sus respectivas películas es un derecho ganado de sobra.
Del último paso por Vitoria de Corea se cumplen ahora dos años. Fue en una noche muy especial por varios motivos, pero sobre todo porque el pianista de Massachusetts compartió tablas y sonidos con un maestro que ya no está, Paco de Lucía. Aquella jornada, terminó con el músico incluso haciendo sus pinitos como bailaor.
En lo que respecta a Hancock, Mendizorroza y él se encontraron por última vez en 2011, en otro día que tuvo un poso especial puesto que el de Chicago, junto a Wayne Shorter y Marcus Miller, rindió homenaje a un Miles Davis que Corea ha calificado más de una vez como Dios.
De hecho, es imposible no hablar del trompetista en la trayectoria de ambos porque si bien antes de estar con él ya estaban componiendo una carrera que apuntaba maneras, fue el toque de Davis, de una forma u otra, el que marcó un antes y un después. Por supuesto que los dos son más que las épocas compartidas con el de Alton, pero su huella no se puede negar.
Siempre inquietos, esa búsqueda continua les ha servido para construir unas carreras en paralelo que están llenas de premios y reconocimientos, aunque en la memoria no habría que dejar a un lado que ambos han sido objeto también de furibundas críticas, sobre todo cuando, cada uno desde sus intereses y particularidades, quisieron hacer algo tan osado como lo que querían en cada momento. También ahora hay quien ha visto en esta gira conjunta oscuras intenciones, más relacionadas con el vil metal que con la música y la creatividad. Pero, que se suele decir, que les quiten lo bailao.
Con todo, más allá de que los conciertos ofrecidos hasta ahora dentro de esta gira ya han configurado lo que, más o menos, se puede esperar sobre lo que sucederá hoy en la capital alavesa, intentar describir a priori esta clausura del Festival de Jazz resulta imposible. Lo que es evidente es que los presentes en Mendizorroza van a ser unos privilegiados. Se van a encontrar con el penúltimo paso de un tour que está a punto de despedirse. Y lo van a hacer en un escenario donde tanto Hancock como Corea siempre se han sentido muy cómodos. Así, junto a ellos, llegará el momento de la despedida y de empezar a pensar en un certamen que en 2016 estará de aniversario.