Cuando en 2011 se hizo con el Goya al mejor actor de reparto por su trabajo en También la lluvia, su primer recuerdo fue para La Farándula, para el grupo de teatro gasteiztarra en el que se dio cuenta no ya que la interpretación era su vida sino en el que se formó más allá de métodos y escuelas. El próximo sábado 7, Karra Elejalde puede hacerse con su segunda estatuilla, además en la misma categoría, por su papel de Koldo en la taquillera Ocho apellidos vascos. Aunque para ser justos hay que recordar que su huella está también en otras categorías a través del corto de Kepa Sojo Loco con ballesta o de las películas A Esmorga y Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo.

“Las cosas hay que tomarlas como vienen, está cayendo una de órdago en nuestra profesión, gestionada por quienes la están gestionando, y ya es todo un lujo poder trabajar. Y si encima te nominan, pues es la leche”, explicaba hace un par de semanas el actor vitoriano en una entrevista en estas mismas páginas. “La mía y el resto de nominaciones de Ocho apellidos vascos tienen mucho que ver con Emilio Martínez-Lázaro, que nos generó a todos un ambiente idóneo para el trabajo y que fue la pieza clave de todo esto”, apuntaba.

Lo cierto es que el intérprete no lo va a tener fácil para repetir. Primero porque, como él mismo reconocía en esa conversación, la Academia estatal no suele estar muy por la labor de premiar a comedias. Segundo porque, tampoco hay que engañarse, a los responsables de votar tampoco les suele hacer mucha gracia apoyar a filmes que han roto la taquilla, como es el caso. Y tercero, y lo más importante, porque Elejalde se va a ver las caras con José Sacristán (Magical Girl), Eduard Fernández (El Niño) y Antonio de la Torre (La isla mínima).

Claro que, pase lo que tenga que suceder, es poco probable que a Elejalde se le cambie mucho la cara. No para de trabajar. De hecho, encontrar un hueco libre en su agenda a lo largo de estas semanas previas a la entrega de los Goya se ha convertido en misión casi imposible. Mejor, por supuesto, y más tal y como están las cosas. Karra va camino de cumplir los 55 años (lo hará en octubre) y desde los tiempos de Samaniego y después La Farándula nunca se ha bajado del monte, ya esté en el cine o en el teatro, ya sea como actor o también como director y guionista.

Hace tiempo que ya no vive en Gasteiz por cuestiones familiares, aunque sus idas y venidas a tierras alavesas son constantes. De hecho, si nada cambia, el próximo día 14 tiene previsto participar en el Uztaberri Eguna de Lapuebla de Labarca, puede que con un segundo Goya bajo el brazo, junto a Manuel Manquiña, con quien acaba de rodar en su casa Rey Gitano, la última comedia de Juanma Bajo Ulloa.

Desde su primera aparición en el cine (A los cuatro vientos en 1987) ha llovido lo suyo. ¿El futuro? Ya se verá. De momento, su presente pasa por la gala de los Goya.