Estas semanas, el teatro ha inundado nuestra ciudad. Por una parte hemos asistido a las Jornadas Monstrenkas -en varios locales de la calle Cubo- y -en el mercado de la calle Gorbea- al microfestival 15 Gramos. Pero también hemos sido espectadores de otra gran obra de teatro. Y sin quererlo. Pues no hemos podido de dejar de asistir a ese sainete orquestado por nuestro alcalde. Un sainete en el que nuestro regidor trabaja de guionista, director y protagonista, y que versa sobre la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). Por si alguien no lo sabe a estas alturas, nos referimos a la prestación de ayudas económicas que gestiona el Gobierno Vasco para gente que no cuenta con ingresos y que corren por ello riesgo de exclusión social. Recordemos que un sainete es una pieza dramática chistosa, de carácter popular y que se solía interpretar como preludio de otra subsiguiente de mayor formato. Así que en Vitoria contemplaremos en mayo, con las elecciones, una obra de teatro en condiciones. Lo de estos días es, simplemente, un entremés. Por ahora hemos visto como un alcalde que legalmente no puede recoger firmas para poner en marcha una Iniciativa Legislativa Popular (ya que este mecanismo de participación ciudadana está pensado -valga la redundancia- para los ciudadanos) nombra a un ciudadano para que lidere la recogida de firmas que servirán para endurecer las RGI, pues estas iniciativas de ley siempre tienen que ser respaldadas con un buen número de rubricas. Pero el portavoz de esa plataforma -llamada Ayudas+Justas- ha dimitido porque tanto el Inem como la Seguridad Social le reclaman dinero por cobros injustos e impagos. ¿Cómo acabará el sainete? ¿Conseguirá el alcalde ganar las elecciones haciendo electoralismo sobre un tema que debería resolverse sin tener que usarlo como campaña política? Ahí está el interés de este sainete: tiene suspense. Porque además se sabe que las Iniciativas Legislativas Populares no sirven para nada en este país. Por muchas firmas que consigas lo único que logras es que tu proyecto de ley se tenga en cuenta para ser o no ser tratado en el Parlamento. Es decir: son los propios parlamentarios los que votan primeramente para ver si se debate o no. Y luego si se debate, puede que se decida no aplicar esa ley presentada por los ciudadanos. Por poner un ejemplo, el Congreso español ha tumbado todas las Iniciativas Legislativas Populares presentadas por los ciudadanos desde 1983. Y nuestro alcalde, además, ya sabe que tiene el no de toda la oposición en el Parlamento Vasco. Así que todo esto es puro teatro. Sabe que su ILP no va a ningún lado. Pero da igual: lo que importa es el público.

Y hace unos días la ciudadanía contraatacó con otro sainete: diversos colectivos sociales llevaron a cabo en Gasteiz una parodia en clave de teatro sobre el sainete de las RGI de Maroto presentando la Iniciativa Popular en apoyo a la Iniciativa Popular Partidista de Partición Poblacional. Cosa lógica, pues al teatro se le contesta con teatro.