Bilbao - Guionista, cineasta, escritor y comisario, Joxean Muñoz (Donostia, 1957) ha sido antes cocinero que fraile. Conoce los entresijos de la cultura vasca y apuesta por trabajar desde abajo, en sintonía con los productores y creadores, “verdaderos artífices de nuestra cultura”.

Antes del verano comentaba que los primeros meses de la legislatura los habían invertido examinando la situación de los distintos sectores culturales, y para entonces ya intuían necesidades y proyectos. Ahora, algunas de aquellas ‘intuiciones’ se han materializado. ¿Empieza a ver los resultados de esta estrategia?

-Hemos concretado ya muchas cosas, y en los próximos meses concretaremos más. Quizá no son muy espectaculares, muy mediáticas, pero no estamos en el departamento para mayor gloria de nuestros apellidos, sino para ayudar a la cultura de nuestro pueblo, a los diferentes sectores, que son los que producen cultura. Creemos que son tiempos en los que hay que trabajar en silencio, fuera de los focos, esa es una buena manera de solucionar muchos problemas, compartirlos con los verdaderos activos que tiene nuestra cultura: los productores y promotores de la misma.

Han mantenido varias reuniones con los distintos sectores culturales vía Kultura Auzolanean, y han detectado ya problemas concretos. ¿Qué disciplina o ámbito precisa de mayor ayuda en estos momentos?

-Cada sector tiene sus problemas. En este momento, los creadores vascos del sector cinematográfico están en un buen momento; hay una generación muy fuerte trabajando ahí, pero también es verdad que necesitan una financiación fuerte y permanente, y para eso tenemos que cambiar algunas cosas. Por ejemplo, el tema de la internacionalización y de la coproducción.

¿Mostrar nuestros trabajos fuera o financiarnos con ayuda exterior?

-Ambas cosas pueden ir de la mano. El cine vasco ha de crear su propio mapa, interrelacionándose con otros pueblos que viven nuestra misma situación, con culturas minorizadas, para compartir un mapa común. En el sector literario el mayor peligro viene del propio hábito de la lectura, que se está perdiendo, y eso es lo que hay que promover, además de hacer que el aficionado a los libros sea un lector activo. También es preocupante el momento que vive el teatro en euskera, tiene serias dificultades para atraer al público, y la danza es otro sector que lo está pasando mal.

¿Difícil abarcarlo todo en tan poco tiempo?

-Para eso está Kultura Auzolanean, donde nos juntamos con gente que llega de distintas disciplinas y sectores. Además, tenemos también mucha relación con los subsectores, aunque quizá falta organizar un ente que englobe a toda la industria cultural vasca, para poder organizarlo todo de forma más coherente. Ese trabajo común que estamos haciendo con los distintos sectores es imprescindible, pero ese planteamiento no deslumbra, no se plasma de un día para otro y precisa de un proceso largo y cuidadoso. Repito, nosotros no estamos aquí para salir en la foto; si alguien cree eso se equivoca de raíz.

Las críticas que recibieron antes del verano parecen haberse aplacado. ¿Las cosas van mejor o se trata de la típica ‘tregua navideña’?

-Tenemos una relación cercana con los distintos sectores culturales de nuestra tierra, y eso ayuda a encauzar las posibles discusiones. Los distintos canales del Gobierno Vasco están abiertos para la gente de la cultura, que además es consciente de los tiempos que corren, que las cosas están difíciles de por sí. Es decir, no hay grandes choques de trenes, hay discusiones y desacuerdos, pero todo se resuelve en los grupos de trabajo y no en discusiones estériles y ruidosas de cara a la opinión pública.

Hay sectores que critican el ingente dinero que se gasta en las grandes estructuras culturales y proyectos referenciales del país.

-Queremos seguir manteniendo las estructuras estables porque pensamos que no nos sobra nada. Aquí no tenemos grandes mastodontes, los espacios y festivales que tenemos son imprescindibles y la gente ya se ha dado cuenta de eso. Mira al Guggenheim o al Zinemaldia, mira a Artium o a Santa María en Gasteiz... Y todo eso se lleva una buena parte de nuestro presupuesto, claro. De todos modos, hay que equilibrarlo todo para que el dinero no se consuma en esas grandes estructuras. Es verdad que es más fácil para nosotros invertir ahí, porque la rentabilidad y la espectacularidad están aseguradas, pero el camino no es ese, el camino que estamos recorriendo es más largo y arduo, porque queremos llegar a todos los ámbitos de la cultura vasca.

Ustedes están empeñados en buscar nuevas formas de financiación para la Cultura. ¿Se ha conseguido avanzar en este terreno?

-Eso no vendrá de un día para otro. Estamos estudiando la posibilidad de implantar algún pequeño impuesto, como se hace en otros lugares de Europa, pero eso requiere de tiempo, hay que estudiarlo bien, porque ahí intervienen distintos departamentos, no solo el de Cultura. Es un tema sensible, y más en la tesitura en la que estamos. De todos modos, aunque no lo logremos en esta legislatura, hay que seguir explorando esa vía. Otro de los caminos es el del mecenazgo, que la empresa privada invierta y apueste por nuestra Cultura, pero para eso la Cultura ha de estar prestigiada, para eso ha de estar reconocida socialmente.

¿La Cultura no está suficientemente prestigiada en Euskal Herria?

-Si la gente cree que en su día a día no tiene porqué pagar por ella, difícilmente podremos decirle a un empresario que ha de poner dinero de su bolsillo para eso mismo. Es decir, el empresario tiene que ver que esa acción va a tener un impulso social y un impacto social, de lo contrario va a ser difícil atraerlos hacia la cultura. En este país la cultura tiene un sentido estratégico, la cultura nos hace como país, como pueblo, y la sociedad tiene que darle importancia a eso.

¿Y han planteado algún tipo de ayudas concretas para los creadores, como ocurre en Francia?

-El sistema francés funciona, pero también porque en Francia se le da gran importancia al sector cultural y creativo, que tiene un respaldo social e institucional importante. Yo no estoy de acuerdo en dar dinero a alguien por el mero hecho de que sea creador, no creo que eso sea viable aquí, menos aún si observamos cómo está organizado el sistema de ayudas y de declaración de la renta. Yo creo que hay que apoyar a quien lo necesite, a quien se quede sin ningún amparo, pero para eso está la Renta de Garantía de Ingresos (RGI); ese tipo de apuestas sociales son necesarias, pero han de ser eso, apuestas sociales.

Parece que Donostia 2016 ha dejado de ser un campo de batalla, tras meses de polémicas y dimisiones.

-La llegada de Pablo Berastegui ha sido clave. Todo el grupo de trabajo se está concentrando en concretar y en encauzar los distintos proyectos de la Capitalidad. Se ha tranquilizado todo y se está trabajando de forma intensa, y eso hay que agradecérselo a los trabajadores de Donostia 2016 y a la propia dirección del proyecto.

En su momento, no todos vieron con buenos ojos la elección de Berastegui.

-Se trata de manejar un proyecto internacional, y Berastegui tiene un curriculum excelente. En cuanto al idioma, lo importante es que la dirección sepa euskera, que tenga la capacidad de interlocución con el mundo euskaldun. Y la tiene, porque el encargado directo de eso es Xabi Paya.

La solución de Chillida-Leku parece asomar por el horizonte.

-La familia está estudiando el informe que les remitimos hace tiempo, y estamos esperando una respuesta. Es verdad que hay una relación fluida y bastante sintonía, pero ahora toca tomar decisiones.

¿En 2015, la Azoka de Durango percibirá lo mismo que en 2014?

-Percibirá lo mismo, 150.000 euros. Eso ya está establecido.

El Guggenheim Bilbao ha renovado su acuerdo con la Fundación Solomon por otros 20 años. ¿Una alianza provechosa para ambos?

-Sí, pero no ha sido nada fácil llegar a este punto. Las cosas han cambiado mucho en estos 20 años y el Guggenheim Bilbao ha ganado peso específico; eso se tenía que trasladar al acuerdo y así ha sido. Se ha negociado de tú a tú. Además, es muy importante cerrar un acuerdo a 20 años vista, porque eso abre nuevas posibilidades para el museo.

Uno de los proyectos más ambiciosos de su departamento es E-Liburutegia, la Biblioteca Digital de Euskadi, que acaba de arrancar. ¿Un nuevo impulso a la literatura?

-Y a la lectura en general. En el Estado español este proyecto es modélico; hasta ahora se habían hecho algunas cosas, comprándole derechos de libros a una plataforma comercial concreta para dos años, pero solo podrán habilitar los productos que tiene esa plataforma. Nosotros estamos haciendo justo lo contrario. Nuestro proyecto es estable gracias a que se fundamenta en cuatro pilares: las instituciones, los libreros, los editores y el público. Ahora nos encontramos en la segunda fase, en la que queremos enriquecer los fondos digitales de la Biblioteca Digital, rescatando también libros ya descatalogados de nuestra literatura.

También tienen previsto incentivar el consumo de productos euskaldunes. ¿Cómo piensan hacerlo?

-Eliminamos el bono-kultura porque nosotros no vamos a promover que se compre un disco de Shakira, por ejemplo. Pretendemos crear hábitos de consumo, pero diferentes, mucho más encauzados a productos y sectores concretos, teniendo en cuenta siempre a los productores culturales vascos. Así, facilitaremos que la gente vaya a determinados conciertos o a funciones de teatro, que compre determinados libros, siempre atendiendo a las necesidades de cada sector. Y luego queremos darle visibilidad a esos productos, porque en las reuniones que hemos mantenido con los responsables de los distintos sectores, se quejan de eso mismo, de que gastan muchos recursos en promocionar sus productos, y que ese esfuerzo les deja exhaustos. Hay que visibilizar esos productos, hay que venderlos de forma atractiva, y ETB puede ser un cauce importante para ello.