Donostia - La sede de la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) acogerá el concierto Laboari oihartzun: soinu-distirak, “una visión imprevista, inesperada y sorprendente de la huella que Mikel Laboa pudo dejar en los compositores vascos”. Así se refirió ayer Ramon Lazkano al homenaje que comenzará el viernes a las 20.00 horas en Miramon organizado por Musikagileak, la Asociación de Compositores de Euskal Herria que él mismo preside. En la velada, dirigida por el maestro Arturo Tamayo y gratuita hasta completar aforo, se estrenarán obras originales de Peio Çabalette, Pascal Gaigne y Félix Ibarrondo, así como la orquestación que Lazkano ha hecho del Gernika de Laboa.

Todas las piezas son encargos de la Cátedra Mikel Laboa de la EHU-UPV, cuya labor es “promover el encuentro de diversos lenguajes artísticos”, algo que ya practicó el músico fallecido hace ahora seis años. Según destacó el director de la cátedra, Juan Kruz Igerabide, una de las facetas menos conocidas del creador donostiarra fue su “vinculación” a la música contemporánea, que tiene en los denominados lekeitios su exponente más audaz.

La cátedra encargó a once autores vascos la creación de otras tantas obras inspiradas por Laboa: siete debían ser piezas para ensemble y cuatro para orquesta. Algunas se han estrenado ya, otras verán la luz este viernes y el resto, el próximo año. “El objetivo es aportar a la sociedad vasca un ciclo de obras que estén a disposición de las instituciones vascas que quieran programarlas de acuerdo con los autores”, señaló Igerabide.

Tras elogiar las “magníficas” obras de un programa que revela la “pluralidad de estéticas” de la música vasca, el maestro Tamayo consideró que difundir la labor de los compositores actuales es “algo fundamental para la vida intelectual y artística de un país”. “El repertorio contemporáneo no se puede descuidar. Si al público no se la da una cosa, es difícil que llegue a conocerla, pero la OSE siempre incluye en sus programas una o dos obras contemporáneas”, afirmó el director madrileño, que animó a la orquesta a “redoblar esfuerzos” para mantener la misma línea. Prueba de su efectividad es el “número creciente” de compositores vascos que, a diferencia de hace unos años, ya no deben emigrar a Madrid para hacer una carrera.

Las cuatro piezas La primera obra, escrita por Peio Çabalette, se titula Negu-Izpiak. Musique de neige et d’oiseaux y tiene como “punto de partida” una composición tradicional, Xoxo Beltza, que Laboa solía cantar. “Es una simple y muy profunda, habla del invierno y de los pájaros, temas recurrentes en su obra”, afirmó Çabalette, que ha escrito “un paisaje musical de invierno” con momentos “luminosos, finos y alegres” que pueden recordar al canto de los pájaros o a su aleteo. También es una “metáfora” de la propia figura de Laboa, que como el mirlo de la canción, sigue cantando a pesar de estar muerto.

Por su parte, Pascal Gaigne ha entregado Hypnos Variation, una creación “de inspiración más poética que musical” que alude “a la parte experimental e hipnótica de los lekeitios”. El compositor, que colaboró con Laboa en el disco Gernika Zuzenean (1999), agradeció la “gran suerte” de haber podido escribir una obra que “no es una versión, sino una composición libre”.

Ante la ausencia de Ibarrondo en la rueda de prensa, Lazkano presentó ?Baña Nik, obra de “mucha energía, extremadamente técnica, muy difícil y exigente”; tanto que su dinamismo provoca “vértigo en los músicos y espectadores”. El autor conoció a Laboa “en sus juveniles años parisinos” y, según apunta en las notas del programa, “algo de su espíritu y rítmica musical podrían existir” en una pieza que incluye un “guiño final a su tan popular Txoria txori”.

Finalmente, Lazkano ha realizado una adaptación orquestal de Gernika-Lekeitio 4, composición para voz y guitarra que Laboa estrenó en 1972. A diferencia de anteriores versiones sinfónicas, la suya carece de coros y de voz: es instrumental porque “la voz de Laboa era inimitable, libre, sin prejuicios, al límite de la emoción y de la expresividad, nunca cohibida”. Por eso, el compositor ha buscado “fórmulas metafóricas” para sustituir con instrumentos la voz de Laboa, a quien le unía un “afecto cercano”. No en vano, Lazkano firmó el texto introductorio de su disco Lekeitioak (2007).