Hoy todo serán loas y parabienes a la cinco veces duquesa, dieciocho veces marquesa, veinte condesa, vizcondesa, condesa-duquesa y condestablesa, además de catorce veces grande de España. La opinión pública oirá aquello de que la mujer más noble del mundo se puso la vida por montera. Fácil para alguien con una fortuna de más de 2.700 millones de euros, que pudo disfrutar de, al menos, 27 residencias y que si sumamos todas sus tierras tendríamos 174 veces Mónaco. Se escuchará poco acerca de sus sonadas polémicas, sus negocios inmobiliarios, su vertiente de terrateniente con latifundios que la convirtieron en objeto de ira del campesinado andaluz o algunos de sus palacios mal utilizados y peor cuidados.
Alejada de las exigencias de la alcurnia, devota del flamenco y de los viajes, amiga de Grace Kelly y Jackie Kennedy, muchos se quedarán con la copla de la aristócrata bohemia y hippy. Glosarán su sencillez, su amor a las cofradías, a la Feria y a la Semana Santa de Sevilla. No se hablará de que solo uno de sus cuadros, por ejemplo un Goya, puede valer más de 24 millones de euros. Uno de sus más de veinte castillos, otros treinta millones de euros. Y sus más de 34.000 hectáreas, más de 500 millones de euros. ¡Viva el reparto de la riqueza! Y todo porque, según cuentan, pretendía preservar intacto el patrimonio de su noble casa tal como llegó hasta ella.
Y eso a pesar de que gran parte de sus empresas, dedicadas a la explotación agrícola, han arrastrado varios años números rojos, que ni siquiera conseguían compensar con las fuertes subvenciones recibidas por parte de la Comisión Europa. Organismo que ha llegado a sufragar con más de diez millones de euros la explotación de sus fincas.
Motivada por las pérdidas o en un auto de fe, por la buena voluntad, en 1977, firmó el contrato de compra-venta del señorío de Baigorri, en distinguida propiedad de la casa de Alba en Nafarroa, por la cantidad de 125 millones de pesetas. La compra del señorío la realizaron 540 familias que venían ocupando estas tierras en calidad de arrendatarios.
Dos cosas seguro que sí llenarán informativos, programas del cuore y páginas de periódicos, el reguero de hombres que han pasado por su vida y el reguero de propiedades que jalonan la herencia y que está atada y bien atada. El reparto ya está firmado ante notario, y en él su esposo, Alfonso Díez, de 64 años y que inició la relación con ella en 2008, firmó en febrero de 2011 sus capitulaciones matrimoniales, un total de quince cláusulas por las que renunciaba a “cualquier título, derecho u honores que le pudiera corresponder fruto de su matrimonio”.
A pesar de las suspicacias y los miedos iniciales de la familia Alba, el consorte, de vocación anticuario, no solo ha sabido hacerse un hueco en las fotos sujetando la mano de doña Cayetana, sino que se trabajó también a los seis hijos, Carlos, Alfonso, Fernando, Jacobo, Cayetano y Eugenia, quedándose al margen de los posibles beneficios. Según las capitulaciones firmadas con los vástagos de la duquesa, Alfonso renunció a “cualquier tipo de pensión, cualquier título, derecho u honores que le pudiera corresponder fruto de su matrimonio y al usufructo que pudiera corresponderle como cónyuge”.
Cortejo masculino Y es que Alfonso puso fin al prolongado cortejo de pretendientes que agrupó a príncipes, intelectuales, artistas, aristócratas o banqueros. Hasta un torero, Pepe Luis Vázquez, pasó por su vida e incluso un bailarín, Antonio, la sedujo. Picasso la quiso pintar desnuda, rememorando aquella XIII duquesa de Alba que Goya bautizó como La maja desnuda.
Recorriendo el mapa de sus amores se aprecia la metamorfosis de aquella Cayetana que en 1947 se casó con el aristócrata Luis Martínez de Irujo y Artázcoz, a esa mujer rotunda que contrajo matrimonio a los 52 años con el atildado excura Jesús Aguirre. “Un hombre brillante, ingenioso, sarcástico y malvado, de respuestas imprevisibles y eruditas que pasó de clérigo volteriano a convertirse en duque de Alba”, como citó en su libro el escritor Manuel Vicent. Con fama de agarrada, “nadie recordaba que Jesús hubiera pagado nunca un café. Benet decía que la duquesa le había asignado una exigua cantidad mensual para tabaco, unas dos mil pesetas, y el resto para sus vicios se lo agenciaba él como podía”.
A golpe de años y bótox, la duquesa fue cambiando hasta convertirse en esa mujer de pasiones octogenarias, que se casó hace tres con el funcionario Alfonso Díez, en su tercer matrimonio, y que parecía divertirse siendo pasto de las revistas del corazón y siendo permanentemente caricaturizada por imitadores de medio pelo.
Funeral. El funeral de Cayetana Fitz-James Stuart se celebrará hoy al mediodía en la Catedral de Sevilla, con la asistencia de la infanta Elena y oficiado por el cardenal Carlos Amigo.
Capilla ardiente. La capilla ardiente de la duquesa ha sido instalada en el Salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla.
Los restos de la duquesa serán incinerados, y sus cenizas se colocarán en el altar mayor de la iglesia del Valle, sede de la hermandad de Los Gitanos, bajo el Cristo de la Salud, del que era devota.