Vitoria - Fue el 23 de julio de 2011. Escenario, la asociación cultural Helldorado. Sobre y bajo las tablas, músicos y público disfrutaron de una noche de comunión perfecta para reencontrarse con Kannabis Reggae Band tras años de silencio. La intención era grabar aquella actuación y poder editar un disco-libro que sirviese de testimonio de una época que ya pasó pero que es bueno tener presente, aquella Gasteiz de los años 80 y principios de los 90. Hoy, ese objetivo ya está conseguido. Ha costado tres años, un tiempo que ha marcado, por desgracia, el dinero. Pero Reggae a fuego lento es una realidad.
“En teoría, el disco-libro es lo último que vamos a hacer, pero...”. Y cuando se deja una pequeña ventana abierta, ya se sabe. De hecho, Julián Díaz-Laso y Javi Flores recuerdan que la idea de volver a reunir al grupo para afrontar este proyecto final nació de una cena, así que “estamos pensando que debemos dejar de quedar para comer, sólo nos tenemos que ver para jugar al mus”, ríen.
El futuro ya dirá. Lo que ahora toca es perderse entre las páginas y las canciones de Reggae a fuego negro. “Fue una noche muy emotiva”, rememoran, una jornada en la que Díaz-Laso (voz), Willy Granados (guitarra), Carlos Blázquez (bajo y coros), Mikel Buján (piano), Carlos Roots (teclados), Juan Carlos Palomo (batería) contaron con la colaboración de Flores (trompeta), Juanma Moreno (saxo), Iñigo Arrieta (trompeta) y Cathy Cervantes (coros).
“Fue un reto recuperar canciones que tienen 20 años o más y volver a estructurar los temas para que sonasen actuales pero sin perder la esencia”, apuntan ambos músicos. Bajo esa premisa, el disco-libro presenta cortes como Óyeme, Jose Mari, Libertad, Su guerra, La hierba del Congo o Revolución, entre otras canciones.
Los sonidos están unidos, eso sí, a las palabras, un recorrido histórico y vital realizado por el periodista Manu González, “sin duda nuestro mayor fan, tanto que sabe más cosas sobre el grupo que nosotros mismos”. A través de él aparecen nombres, momentos, otras bandas, conciertos... y un protagonista que Kannabis también destaca cada vez que puede: Abetxuko. “Sin el pueblo, este grupo nunca hubiera existido”. En eso, no se puede ser más explícito. “Es que es un lugar que siempre ha tenido una relación muy especial no ya con la música, sino con el arte”.
Pero no sólo hay que mirar al lugar de origen de la banda, también a esa capital alavesa de mediados de los años 80 en la que el grupo ofreció su primer concierto compartiendo noche con Hertzainak y Potato. Hoy a algunos aquellos tiempos pueden sonarle al siglo pasado pero, en realidad, no ha pasado tanto y la huella, de una manera u otra, permanece.
A un precio de 10 euros ya se puede conseguir en distintos puntos de Álava el disco-libro, aunque también es posible adquirirlo a través de Internet. Porque el hecho de que el grupo no vaya a seguir, si es que esa idea se mantiene, no significa que su voz se apague.