sitges - El cineasta británico Kevin Macdonald, que ayer presentó en el Festival de Sitges su último filme, Mi vida ahora, considera que, aunque actualmente con los efectos especiales se puede hacer de todo, “la sugestión provoca sensaciones mucho más fuertes en los espectadores”.
Director de la premiada El último rey de Escocia, Macdonald llegó a la ciudad catalana con una película apocalíptica, basada en el best-seller del mismo título de Meg Rosoff, en la que la protagonista es una conflictiva joven norteamericana que es enviada por sus padres a Inglaterra para vivir en una casa en el campo junto a sus primos. Una vez allí, Daisy iniciará un romance con Edmund y estallará la Tercera Guerra Mundial.
Macdonald afirmó que, sin embargo, en la cinta, como ya ocurría con la novela, se trataba de que el “concepto de guerra no se viera y no fuera explícito, sino que estuviera en la retaguardia de la visión del espectador”. Entiende que sugerir es lo que “en realidad provoca una sensación muy fuerte en el público”. Por otra parte, precisó que cuando empezó el proyecto, se planteó hacer “una ciencia ficción realista” -la acción transcurre en un futuro cercano-, pero luego pensó que “el mundo actual se ha convertido cada vez más en lo que se retrata en la película, no hay más que leer los periódicos”.
Basada en una novela juvenil, el director escocés ha subrayado que lo que ha dirigido es “una película de adolescentes europea, que por definición es muy distinta a lo que se ofrece desde Estados Unidos”.
En este punto, insistió en que en Norteamérica la protagonista nunca sería desagradable y tampoco podría iniciar una relación con un primo porque “se vería como algo incestuoso”, ni hubiera podido filmar escenas de sexo ni mostrar cuerpos de personas fallecidas. La película “refleja los cambios de la vida interna del personaje” que interpreta la joven irlandesa Saoirse Ronan, a la vez que desprende un halo de “realismo mágico”. - Efe