Marilyn Monroe, la rubia por antonomasia, la eterna tentación, la ambición frustrada. El mito y su sombra. Para el compositor y contrabajista Gonzalo Tejada, sin embargo, la actriz representa “el paradigma de cómo pueden convivir en una misma persona el aparente éxito de masas y la tristeza de una pobre niña asustada”, comenta. “Como hombre, nunca me ha resultado una mujer especialmente atractiva, pero reconozco que cada vez que la veo en sus películas me impresiona esa fragilidad que transmite, aparte de que la considero una actriz -y una cantante- a reivindicar”, sostiene.
Pese a no declararse “un gran fan” de Marilyn, sí lo es del cine de los años 40 y 50, en el que sin duda alguna, “ella fue una de sus grandes estrellas”. Conmovido por la calidez que emanaba en filmes como Niebla en el alma (Don’t bother to knock) o Vidas rebeldes (The Misfits), más allá de los tópicos y de los títulos “frívolos” que protagonizó y que, curiosamente, son los más recordados hoy día, Tejada decidió plasmar en un disco todo aquello que no acierta a explicar con palabras sobre la artista.
“A mis 54 años, me he dado cuenta de que existen poquísimos intérpretes que consigan transmitirme algo más que lo que veo en la pantalla. Marilyn es una de esas contadas excepciones, así que, con el permiso de mi mujer, me he enamorado de ella para elaborar este disco”. Este mes saldrá a la luz, bajo el sello de Errabal Jazz, Norma Jean Baker Project, un tributo a su figura y a las canciones que la actriz interpretó en su día en diferentes películas. Una colección de “jazz amable”, que conectará con el público general, tal y como asegura el autor de este álbum.
Si hay algo que Tejada tuvo claro desde el inicio, es que este disco-tributo carecería de vocalista. “No quería que nadie cantara ni reinterpretara sus temas, porque Marilyn es una cantante que transmite mucho y no quería sustituirla por ningún vocalista”, asevera.
Tomada esta primera determinación? ¿después, qué? “¡Ahí estaba el reto! Decidí solucionarlo de la manera más sencilla y efectiva: ¡Me rodeé de unos músicos buenísimos!”, exclama. Gonzalo Tejada Quartet lo conforma junto a Mikel Andueza -“un gran amigo y excelente multiinstrumentista (en este disco toca el clarinete y tres tipos de saxo, y todos de maravilla)”-; el pianista catalán Roger Mas, -“también amigo mío, lo elegí porque es un pianista muy lírico, que con muy pocas notas expresa muchísimo, y eso me interesaba especialmente en este proyecto”-; y Iago Fernández, “es la primera vez que toco junto a él, fue alumno mío en Musikene (imparto Contrabajo de jazz y Repertorio clásico en este centro) y se graduó con un expediente académico brillante, es un grandísimo batería”, ensalza.
En cuanto a su aportación en Norma Jean Baker Project, Tejada se ha encargado de los arreglos y sobre todo de dotar al disco de “un sello de identidad”. Así, el disco es la suma de “algunos cambios de acordes y ritmos”, unido a los “grandes músicos” que participan en el proyecto y al “color” de los ocho temas de que consta el álbum. “Como arreglista, lo primero que me planteo a la hora de editar un disco es el color que va a tener el mismo, esto es, su clima sonoro”. A ese respecto, considera de vital importancia la elección de los músicos: “Son las personas a las que confío el desarrollo de todo un proyecto”, recalca.
El músico reconoce que las canciones que interpretó Marilyn Monroe “eran comerciales, las típicas del cine de aquella época, con todo lo positivo y negativo que ello implica; por ejemplo, algunos de esos temas suenan a ratos algo trasnochados, tenían algunos arreglos incluso cómicos? ahí ha residido el auténtico reto musical”, señala. Al final se decantó por fusionar esas canciones de sabor añejo con una visión del jazz del siglo XXI. La grabación se realizó sobre el cuarteto de cuerda grabado previamente. “Sobre esa base realicé los arreglos, a fin de hacer aparecer y desaparecer la orquesta -aclara-; las grabaciones fueron inmediatísimas, ensayamos una tarde y a la mañana del día siguiente ya estábamos inmersos en el estudio”.
el último disco El homenaje jazzístico a Marilyn supone un “cierre de ciclo” en la discografía de Gonzalo Tejada. Tras su debut discográfico con Ziklo 1 (1994), compuesto de temas originales, le siguieron En Tránsito. Un tributo a Scott LaFaro (2000), otro disco-homenaje; y Encore (2005), de nuevo con composiciones originales de Tejada. Norma Jean Baker Project es el cuarto disco que edita, y asegura que será el último. Su decisión es firme? y un tanto apocalíptica. “Que no se enfade nadie, pero me parece ridículo seguir publicando en este soporte, porque creo que aguantará como mucho cinco años más”, calcula. “La música se está consumiendo por otros medios digitales como las plataformas YouTube, Spotify, etc. Y salvo el mundo del clásico, que quizá se salve un poco, el resto de músicas se consumen, en su sentido más literal. Es puro consumo, y esto ha contaminado todo enormemente”, observa. En el mundo del jazz, “cuando te lanzas a un proyecto como Norma Jean Baker Project, implicas a un numeroso equipo en busca de conseguir un producto artístico, el cual pretendes que se escuche en su conjunto y no de forma fragmentaria, como es habitual en las citadas plataformas”.
Pero, la cultura de ir a una tienda a comprar un disco y escucharlo en casa, a solas o en compañía de amigos, ese acto “casi ritual” de escuchar intensa y pausadamente un álbum, degustarlo de una vez? “es algo que se ha perdido y que sólo lo mantenemos los mayores de 45 años”, lamenta.
Cultura de lo ‘gratuito’ Preguntado acerca del auge -o tal vez debiera hablarse de moda pasajera- del vinilo, Tejada es, si cabe, más resolutivo: “El vinilo no es más que un invento de las discográficas; en mi opinión y creo que en la de muchos compañeros de profesión, el vinilo aporta calidez pero no calidad. Además, es un soporte que se estropea, de ahí que las casas de discos estén encantadas con la idea de la vuelta del vinilo. Pero no es el futuro, en absoluto”, zanja.
Con todo, desconoce cuál será el devenir de la música y sus soportes. El presente, eso sí, lo conoce de primera mano, y su diagnóstico no es demasiado halagüeño: “En la actualidad, impera la desvalorización del hecho cultural como un hecho gratuito, en pos de las grandes compañías distribuidoras de esos contenidos supuestamente gratuitos”, reprueba.
“Me hace gracia cuando alguien dice: me he descargado este disco de forma gratuita; a lo que yo le pregunto: ¿y cuánto pagas a la compañía que te provee internet? Te dan una línea, una conexión que no les cuesta nada y por la que pagas un dineral, y eso ya da pie a la descarga gratuita. Padecemos una denigración de la cultura”, reflexiona.