risto Mejide asomó al mundo de la tele de audiencias millonarias haciendo de jurado agresivo y faltón en un concurso de show talent, que descubrió un tipo feo, desagradable y gruñón que convertía en espectáculo cada intervención suya y eso en la tele es un mérito innegable e indudable. Hace una temporada probó un formato de entrevista que parece consolidarse ya que los gestores de Cuatro, confían en el tirón de este estilo desabrido, punto circense y personal de una profesional del marketing y la venta como la copa de un pino. Producto de bajo coste, apenas necesita producción salvo un sillón chester, que da título al programa, un escenario natural y una camioneta para recorrer la geografía de los personajes a pelar con micro y cámara. De tal guisa y con esos escasos elementos materiales acomete Risto la tarea de torear, doblegar y dominar al personaje que cada semana se sienta en el programa para una causa solidaria que recoge el dinero de la subasta semanal, en busca de mitómanos y fetichistas comunicacionales que quieran tener en casa el chester en el que se sentó Joaquín Sabina, Pablo Iglesias u otro titiritero de actualidad. En principio el entrevistador mantiene una actitud distante y separada del entrevistado que va ahormándose con las preguntas/latigazos que le infiere el estoico preguntador, protegido y amparado tras sus ahumados cristales. La amenazante dureza del interrogatorio se va diluyendo en una deslizante ladera de complicidades y ternuras poco acordes con el supuesto estilo guerrero y cornalón Mejide. Un programa que creará adictos y enemigos con meridiana separación porque este personaje no deja indiferente a nadie. Un producto implantado en el prime time de Cuatro, capaz de competir en esa difícil franja horaria nocturna con las estrellas de la programación convencional. Prueben.
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