MADRID. Esa parece la causa más probable del éxito de convocatoria de este "show" que, como en otras paradas europeas de su tour "14 on Fire", logró agotar las entradas en unas pocas horas.
"Había casi más cola para comprar las entradas que aquí", ha reconocido hoy a Efe uno de esos veinte acérrimos seguidores que hacen guardia a las puertas del Bernabéu desde la noche del domingo y que necesitó hasta siete horas para hacerse con una de las 54.000 entradas a la venta.
La gran mayoría de los acampados son tan jóvenes -entre 16 y 23 años- que no habían nacido siquiera cuando sus ídolos ofrecieron el mítico primer concierto en la ciudad en 1982 y, menos aún, el primero en España, en La Monumental de Barcelona en 1976.
Para ellos será la primera y, subrayan, quizás la "última oportunidad" de ver al cuarteto junto sobre el escenario, a tenor de su edad -entre los 67 de Ron Wood y los 73 de Charlie Watts- y de esa regla no escrita por la que "Sus Satánicas Majestades" dejan pasar una media de cinco años entre cada visita.
En las casi cuatro décadas transcurridas desde el primer concierto en Barcelona, Mick Jagger, Keith Richards y quienquiera que completara la formación en cada momento han ofrecido 21 conciertos en España de ocho giras distintas, sin contar que hasta en cuatro ocasiones suspendieron sus citas.
Franco había muerto solo ocho meses antes de su primera parada para tocar aquí. La dictadura se había cebado con algunos de sus lanzamientos previos, censurando por ejemplo la icónica portada de "Sticky fingers", el disco de la entrepierna.
A pesar de todo, unas 12.000 personas disfrutaron de aquel primer directo a un precio de 900 pesetas. Fue una noche para la historia, pero desgraciadamente también muy tensa por una actuación policial represiva, con cargas a caballo, porrazos y hasta lanzamiento de botes de humo contra el público congregado en la arena.
El 7 de julio de 1982 un diluvio empezó a caer sin previo aviso sobre el estadio Vicente Calderón. "El decorado quedó a merced del viento y en medio de esa furia desatada saltaron al escenario y comenzaron a tocar. Irrepetible", recordaba para Efe Víctor Manuel, uno de los 60.000 asistentes a aquella cita histórica, en la que sonó "Angie", su primer número 1 en singles en España.
"Fueron conscientes de todos los problemas que hubo para la celebración del concierto, que estuvo a punto de cancelarse, y prepararon a conciencia esa versión solo para Madrid", destacaba en una charla con Efe Mariano Muniesa, autor de "Los Rolling Stones en España".
Con motivo del "Urban Jungle Tour", otro salto cualitativo en la concepción del espectáculo, regresaron en 1990 a Barcelona para ofrecer dos conciertos consecutivos y otros dos en Madrid. Las guerras por traerles eran cada vez más intensas y las cifras de contratación alcanzaban ya proporciones astronómicas.
Les tomó el relevo el estadio de El Molinón de Gijón en 1995, esta vez con motivo del "Voodoo Lounge Tour". Hicieron falta 56 camiones para transportar toda la estructura y 45.000 personas quedaron cegadas por aquel ejercicio descomunal.
Keith Richards, el más propenso a los accidentes, se rompió una costilla durante el tour de presentación de "Bridges to Babylon" en 1998 y eso obligó a recortar sus actuaciones en España, que fueron tres: Puerto de Málaga, Estadio Olímpico de Barcelona y Estadio de Balaídos de Vigo.
Galicia y 30.000 personas volverían a recibirles un año después, esta vez con la gira "No security" y en el estadio San Lázaro de Santiago de Compostela.
Por su cuatrigésimo aniversario, celebrado en 2003, volvieron a Madrid dentro del "Licks tour". Además, tocaron en Barcelona y se estrenaron por primera vez en Bilbao, Benidorm (Alicante) y en Zaragoza.
La última gira de los Stones que pasó por España fue "A bigger bang tour" (2007), con esa progresión en medios y rendimientos que, a pesar de no llenar por ejemplo en la capital, se convirtió durante un tiempo en la más rentable de la historia de la música.
José Luis, un abulense de 47 años que hace guardia a las puertas del Bernabéu ha visto con sus propios ojos once de estos conciertos. "No me creo lo del último concierto. Tienen mucha vida por delante", afirma convencido y achaca la longevidad artística de sus ídolos a que, además de simpatía, mantienen "un pacto con el diablo".