Madrid. Tenía 94 años en un país tan joven como Estados Unidos y, a través de su música folk, Pete Seeger representó como pocos la complejidad cultural e ideológica de una nación que hoy llora su muerte y alaba su compromiso artístico y social.
En lo musical, padre artístico de Bob Dylan y Don McLean, pasión tardía de Bruce Springsteen. En lo político, perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas, opositor a la Guerra de Vietnam y simpatizante de las Brigadas Internacionales. Y, en lo humano, quizá la muestra más coherente de lo que el término folk significa: música por y para el pueblo. En la investidura del presidente estadounidense, Barack Obama, cantó el himno político This Land is Your Land (Esta tierra es vuestra tierra), más de medio siglo después de haber tenido sus más y sus menos con otro simbólico presidente demócrata Franklin Delano Roosevelt. Seeger era a su vez piedra fundacional, testigo longevo y voz de la conciencia de un país que se convertía en la primera potencia mundial. Fue un coleccionista, restaurador y archivador impagable del legado folk estadounidense, género que siempre defendió y ayudó a difundir. Con las claves de un sonido profundamente estadounidense, sin ardores y ni panfletos, suyas son muchas de las más célebres canciones protesta del siglo XX. Bajo esa bandera de las barras y las estrellas que induce a veces al patriotismo ciego, Seeger enseñó cómo querer a un país pasa por ser profundamente crítico con él. Creyó en un pueblo estadounidense trabajador y de una talla humana e intelectual suficiente para dirigir su destino.
We Shall Overcome (Venceremos), que tomaba los versos de una canción gospel, se convirtió gracias a él en un símbolo de la reivindicación de los derechos civiles, que pasó por Woodstock en la voz de Joan Baez y que sirvió para dar título al álbum homenaje-descubrimiento que hizo sobre él Bruce Springsteen y que acabó ganando un Grammy. Y Where have all the Flowers Gone? (dónde han ido todas las flores) se convirtió en un clásico antibélico. Cantó también a Sudáfrica en Wimoweh y a los soldados israelíes en Tzena, Tzena, Tzena. Seeger fue un luchador conciliador, como lo demuestra que ayer el tabloide conservador New York Post le dedicase el artículo Las cinco maneras en las que Pete Seeger cambió Estados Unidos, recordando cómo colaboró en la limpieza de las aguas del río Hudson, que baña la localidad donde vivió gran parte de su vida, Beacon (Nueva York).