EN las estanterías de los sótanos del recién abierto Archivo Histórico de Euskadi, que se erige en pleno centro de Bilbao, descansan miles de cajas con retazos de historia de nuestro país en su interior: vidas vividas, archivos, autos judiciales, censos eclesiásticos y documentos del Gobierno Vasco en el exilio, que constituyen un importante valor patrimonial.

"Lógicamente, los originales no se pueden sacar; sería como si se fuera al Prado y se quisieran tocar Las Meninas, de Velázquez, pero sí se pueden disfrutar. El 80% de ellos están ya digitalizados. Si no se tiene Internet, se puede venir aquí a utilizarlo. La entrada es libre. Además, el edificio dispone de amplios espacios para la consulta y el trabajo de los usuarios. El público puede venir a consultar libros, a participar en actos, en conferencias o simplemente a conocer el Archivo. Precisamente, la fachada del edificio es de vidrio porque nuestro objetivo es hacer transparentes a la ciudadanía los tesoros del Archivo, que está al servicio de todos. No hace falta ser un erudito, basta simplemente con tener curiosidad", explica su director, Borja Aginagalde, un experimentado historiador y archivero. Aginagalde ha dirigido desde 1986 el Centro de Patrimonio Documental de Euskadi, Irargi, en Bergara, del que se ha nutrido la nueva infraestructura cultural, que abrió sus puertas el pasado jueves y que ya ha comenzado a recibir visitantes.

Tras la inauguración oficial presidida por el lehendakari Urkullu y la consejera de Cultura, Cristina Uriarte, DNA ha visitado el interior del Archivo para mostrar lo que guarda este lugar en el que está depositada la memoria de Euskadi. La visita comienza precisamente en los depósitos documentales del sótano, un espacio privado, pintado de amarillo en contraste con el blanco puro del resto de las plantas, al que solo se accede por uno de los ascensores. Aginagalde despliega una estantería móvil y muestra algunos de los documentos guardados, como un antiquísimo pergamino de cuero donado por una familia de Azkoitia. El documento data de 1297 y se redactó en Pompièn, una pequeña localidad de Huesca, donde una de las antepasadas de la familia Alcibar vivió tras contraer matrimonio. El pergamino, escrito en latín, permaneció olvidado durante siglos en un baúl, hasta que regresó a Euskadi y fue donado al Archivo por sus descendientes junto con otros importantes documentos vascos. El cuero suave y blanco se ha tornado un tanto amarillento, pero se encuentra en tan buen estado que es posible leer toda la misiva, sin perder ni una sola letra. "Es un privilegio concedido de los señores de Pompién a los habitadores de esa casa", explica Borja Aginagalde.

carpeta 263 Aginalgalde sujeta también, emocionado, en sus manos la carpeta 263, una de las tantas que contienen la documentación histórica (cartas, informes, telegramas...), producida y reunida por el Gobierno vasco desde 1936 hasta el fin de la dictadura franquista, durante las presidencias de los lehendakaris José Antonio Aguirre y Jesús María Leizaola. Ocupa 700 metros de los 20 kilómetros de estanterías que tiene de capacidad este edificio, aunque en la actualidad, solo se utiliza un kilómetro. "Una infraestructura de estas características no se puede hacer mirando solo al pasado y al presente, hay que construirla con vistas al futuro", matiza Aginagalde. El historiador donostiarra abre la carpeta y nos adentramos en la historia conformada por la tragedia de la Guerra Civil y el Gobierno vasco en el exilio. Una documentación que ha estado sometida a muchas vicisitudes históricas y ha viajado acompañando a los hombres y mujeres que conformaron la historia reciente de Euskadi en estos difíciles momentos. "También se ha recuperado mucha documentación donada por particulares, sin cuya labor los fondos del primer Gobierno de Euskadi y los generados durante los largos años de exilio probablemente habrían desaparecido para siempre", señala el archivero. El Archivo Histórico de Euskadi posee millones de documentos de este periodo. Entre ellos, correspondencia particular de José Antonio Aguirre, y la que mantuvo con otros cargos y líderes políticos, como el president Lluís Companys, Manuel de Irujo, José Ignacio de Lizaso, José Giral...

Documentos de incalculable valor patrimonial que es necesario salvaguardar para la historia, por lo que los tres primeros sótanos, donde se depositan los archivos, están dotados con condiciones ambientales especiales para evitar ponerlos en peligro. Por ello, se ha instalado una instalación de climatización para control de temperatura y humedad, así como un sistema de protección al fuego mediante extinción con agua nebulizada.

En un almacén contiguo, se encuentran ya arrinconados numerosos microfilms. "En la era digital, el celuloide ha quedado atrás. Ya se digitaliza todo, además, al reproducir los documentos puedes llegar a calidades casi similares al facsímil. Pero me suelen preguntar para qué es necesario entonces mantener el original. No hay duda. Se ha de mantener siempre, en sí el documento es patrimonio y como tal, seña de nuestra identidad".

zonas públicas El proyecto del nuevo edificio, que cuenta con grandes áreas de luz natural y espacios diáfanos, ha sido diseñado por Gonzalo Carro, de la sociedad de arquitectos ACXT, del grupo IDOM, y cuenta con 8.542 metros cuadrados, 6.603 de ellos útiles. Situado en el número 3 de la bilbaina calle María Díaz de Haro, ha supuesto una inversión de 13.650.000 euros (un 30% menos de lo previsto) y tiene once plantas, cuatro de ellas subterráneas.

En la planta baja y en la primera, se concentran la recepción, varias salas de exposiciones... A través del vestíbulo de la planta baja se accede al jardín del patio, "un espacio concebido para acoger distintos usos como exposiciones al aire libre, lecturas, proyecciones de cine... Estamos abiertos a las demandas que vayan surgiendo", explica Aginagalde, que está convencido de que el público se va a sentir muy cómodo en este Archivo contemporáneo

Subiendo por el ascensor, se llega a una segunda planta, donde se encuentra la sala de lectura y consulta y que ya ha sido visitada estos días por numerosas personas solicitando algún tipo de documentación e información. "En la actualidad, hay mucho interés genealógico, mucha afición a bucear por la historia familiar. Euskadi es un lugar especialmente idóneo para dejarse llevar por la curiosidad retrospectiva, puesto que dispone de un sistema único en Europa de acceso público a los archivos históricos. Tenemos digitalizados 5.500.000 registros sacramentales (bautismos, confirmaciones, matrimonios y defunciones) hasta el año 1900, que trazan el paso por la historia de millones de familias vascas. Pero también tenemos desde el investigador profesional que normalmente realiza consultas muy concretas, hasta el curioso que anda rebuscando datos sobre acontecimientos históricos. Desde la diáspora, por ejemplo, nos llegan muchas consultas, también desde muchos puntos de Europa. Aquí se albergan más de 600 años de la historia de Euskadi".

Como tarjeta de presentación también se ha organizado una exposición, que lleva por título el objetivo del centro cultural: Archivos. De todos. Para todos. "Hay que desmitificar la idea de que los archivos son lejanos, aburridos, que solo entran los cultos. Gran parte de los documentos históricos reservan sorpresas que deseamos indagar sobre el universo privado de las mujeres y hombres de siglos pasados. Por ejemplo, se expone un auto judicial sobre la demanda de divorcio interpuesta por el capitán Martín de Elgorriaga contra su mujer en 1714. Otros documentos nos van a permitir reconocernos en un ayer remoto pero próximo en sus expresiones. Estudiar el pasado enseña a amar el País", finaliza Aginagalde.