El 10 de abril de 2006 moría en París el poeta y ensayista francés Claude Esteban. La noticia le pilló a Ángela Serna preparando su participación en un congreso sobre el escritor y pensador, una cita en la que iba a poder conocerle en primera persona. Pero desde aquella jornada de primavera, el encuentro era ya imposible. Por lo menos físicamente porque a través de los versos la cuestión fue diferente. Apenas transcurridos unos días del fallecimiento, la autora dio forma y fondo a Luego será mañana (en otra habitación), un poemario que, siete años después, vuelve a reeditarse aunque el contacto con el lector esta vez sea distinto.

Más allá de que el propio paso del tiempo introduce sus particulares cambios en cualquier reencuentro con la palabra, la primera gran novedad, que a su vez esconde otras, de esta nueva edición es que el libro no sólo se presenta en castellano sino también en euskera y francés. No es un capricho. Responde de forma consciente al hecho de que Esteban era de madre francesa y de padre, con el que se comunicaba en castellano, de origen vasco. La relación entre ambas lenguas no siempre fue fácil, sobre todo a lo largo de la niñez del poeta y ensayista (Serna recomienda la lectura de La heredad de las palabras), hasta que el autor visitó la casa de Pío Baroja, se encontró con la biblioteca del donostiarra y se dio "cuenta de que la lengua española era algo más que ese idioma por el que los chicos de la escuela le decían que era raro".

Aquel primer Luego será mañana (en otra habitación) fue la respuesta a un impulso de homenaje y reconocimiento, una obra motivada por la trágica noticia y que tomaba como referencia estructural Alguien empieza a hablar en una habitación (Quelqu'un commence à parler dans une chambre) ya que "mi libro, como el suyo, estaba dividido en tres partes y en cada parte había siete fragmentos".

Como la cuestión numérica también tenía su importancia en el mundo de Esteban, la reedición siete años después del poemario de Serna no es una casualidad. "Me parecía importante volver a recordarle y hacerlo, además, en las tres lenguas que constituyeron su universo". De todas formas no se trata de una simple copia traducida, como explica la autora residente en Gasteiz. "Es como si estuviéramos hablando de cuatro libros. Para empezar porque el formato es diferente y para mí la forma de un libro es también parte de la escritura. Y luego están las traducciones, que también tienen lo suyo. Por ejemplo, la de euskera la ha realizado Juan García Garmendia y es casi como hablar de otra obra. Sí, en esencia está mi escritura, pero parece otro libro", describe Serna, quien apunta que "en el caso del francés pasa casi lo mismo", algo de lo que se han encargado Camille Autret y Amandine Peron.

De todas formas, ahora es el lector quien deberá dejarse llevar a través de alguno de los 500 ejemplares que se han editado y que sólo se pueden conseguir en la librería Jakintza, aunque también el libro viajará a Francia. Cabe la pregunta, aunque tal vez sea jugar con la ciencia ficción, de qué hubiera pensado el propio Esteban. "Quiero pensar que, siendo como era, hubiera pensado que el poemario es un buen guiño a su poesía porque, en esencia, está lo que él transmitía en su obra, es decir, ese sentimiento de pérdida, de aquí estoy intentando seguir hacia adelante a pesar de los tropezones del camino... Creo que hubiera disfrutado", apunta Serna.