Madrid. Nikka Costa, Ben Savage o Macauly Culkin son el ejemplo de cómo fulgurantes estrellas infantiles se apagan con el primer soplo de aire fresco. Niños que tuvieron un éxito, tal vez dos, llamados a revolucionar el futuro y que, sin embargo, desaparecieron en silencio entre las briznas del olvido.

El cuestionado anuncio de retirada del cantante de pop Justin Bieber ha reavivado la memoria de aquellos que disfrutaron con las actuaciones de ídolos infantiles, cuyos éxitos, imposibles de superar en nuevas entregas, les condenaron al olvido y les negaron la oportunidad de llevar una vida llena de talento.

Es el caso de Nikka Costa, difícil olvidar a aquella niña de nueve años y sus rizos castaños. Inocencia al cubo que cautivó al público con la balada On my own (1981), un éxito internacional que la consagró como una de las artistas infantiles más destacadas de la década de los ochenta. Sin embargo, ninguna de sus siguientes canciones estuvo a la altura de su debut. Ella no ha dejado de intentarlo y regresó a los escenarios en 1996 con un aspecto menos edulcorado y una potente calidad vocal que no ha conquistado al público.

Leif Garret también fue un ídolo pop adolescente en la década de los setenta. Habitual de las portadas de revistas se atrevió con la música en 1977 y su sencillo I was made for dancing sonó por todo el mundo en 1979. A partir de entonces, su carrera se diluyó y como adulto ha vivido rodeado de drogas y escándalos.

En España Pero no hace falta salir de España para conocer lo efímero de la fama. Algunos de los casos más conocidos son los de Joselito o el grupo infantil Parchís, niños prodigios que, al llegar a la pubertad, desaparecieron de la escena.

Pero la música no es el único arte que ha ahogado el espíritu de estrellas infantiles. También el cine y la televisión han agotado el candor infantil de muchos actores que, lejos de poder reciclarse, se vieron obligados a abandonar los escenarios.

El caso más sonado es el del actor estadounidense Jackie Coogan. Descubierto por Charlie Chaplin, su mímica corporal y sus gestos le abrieron las puertas del cine mudo, donde se consagró como una de las estrellas infantiles más populares y protagonizó en The Kid (1921) una de las escenas más famosas del séptimo arte. Sin embargo, perdió su estatus como actor al llegar a la edad adulta.

También el papel de Pippi Lngstrump limitó la carrera artística de Karin Inger Monica Nilsson, quien después de interpretar a la aventurera niña de cabellos rojizos no regresó jamás a la interpretación.

Algo similar le ha ocurrido al actor Haley Joel Osment. Su papel de protagonista en el film estadounidense El sexto sentido (1999), que le valió una nominación al Óscar como Mejor Actor de Reparto, le consagró como uno de los mejores actores infantiles de los últimos 20 años. Protagonista de Cadena de favores (2000) e Inteligencia Artificial (2001), en la actualidad muy poco se sabe de él.

La que sí ganó un Óscar con apenas siete años fue Shirley Temple. Sus cuidados rizos y su sonrisa perfecta en blanco y negro encandilaron al público en los años treinta.

Temple finalizó su carrera cinematográfica con 20 años, pero ya había grabado su nombre en la posteridad con títulos como La pequeña princesa (1939) o El pájaro azul (1940).

Otro de los rostros más reconocidos de esta década fue Freddie Barholomew. Su papel protagonista en David Copperfield (1935), le abriría las puertas de Hollywood. Sin embargo, a medida que crecía su popularidad menguaba y abandonó la interpretación en silencio 15 años después.

Otra estrella adolescente fugaz de la década de los ochenta fue Kirk Cameron. Protagonista de la serie de televisión Los problemas crecen, probó fortuna en el cine sin mucho éxito. Sin embargo, fue la fe religiosa la que le devolvió a la televisión años después.

Convertido en predicador católico, Cameron protagonizó en 2003 un espacio de telerealidad, The Way of Master, en el que promulgaba el camino de Dios.

Como él, Ben Savage pasó su adolescencia frente a las cámaras al protagonizar la serie Yo y el mundo durante la década de los noventa. Desde entonces, ha actuado en varias series y películas, pero su popularidad no ha vuelto a ser la misma.

Entre las estrellas juveniles no podía faltar Steve Urkel. El peculiar personaje de Cosas de casa que conquistó los hogares de todo el mundo en los noventa.

Desde entonces, Jaleel White, el verdadero nombre del actor, no ha conseguido destacar en ningún otro papel y se dedica a hacer pequeños cameos en series como Psych o House. Por último, el ejemplo de Macauly Culkin, protagonista de la exitosa saga de Solo en casa que tuvo una carrera fugaz ene l mundo del espectáculo. Su paso a la madurez coincidió con su caída en las adicciones y en la actualidad, con 33 años, vive alejado de los platós.