La casualidad de la vida, si es que existe, les fue juntando. Si Alison Keable no hubiera caído en Vitoria hace seis años y medio desde Londres con ganas de aprender castellano, si Igor García Beitia no hubiera acudido a aquella llamada que ella hizo a los músicos de la ciudad para tocar juntos un día de mayo de 2011, y si Víctor Gutiérrez no se hubiera encontrado una noche con la cantante, guitarrista y compositora por medio de una amiga común, Similar Interests no sería ahora una realidad. O tal vez sí, quién sabe, igual sus caminos se hubieran cruzado de otra manera. Pero todo eso pasó y hoy el trío disfruta de sus ensayos, de los conciertos, de los escenarios de la capital alavesa y del premio que les ha supuesto ganar la última edición del Concurso de Maquetas de Álava.
"Cuando escuché a Ali la primera vez pensé que tenía una voz especial y le dije: y si compartimos tus canciones, las mías, probamos...", recuerda García Beitia sin separarse de la guitarra. A veces, las cosas son tan sencillas como eso. Así empezaron a dar los primeros pasos, con la película Once, de John Carney, también en la retina y en las conversaciones entre ambos. Gutiérrez apareció poco después tras una noche en la que Keable y el acordeonista, pianista y cantante se encontraron sin conocerse "y nos tiramos ni sé cuánto tiempo hablando de muchas cosas, de filosofía, de música, de... Cuando Ali me mandó un vídeo de lo que ella hacía, pensé que quería aportar algo a esos sonidos". Un primer encuentro en el que ella no pudo estar derivó en una invitación a tocar al día siguiente unos temas en un concierto del todavía dúo, en marzo de 2012, y ya no hubo vuelta atrás.
El resultado, en esta manía de etiquetar todo, se podría definir como folk. Pero a ellos se les vienen otras palabras a la boca. Melancolía, nostalgia, calidez, sentimiento... no importa tanto el género como las emociones, ya sean positivas o negativas. "Cantar es como hacer terapia, es la necesidad de echarlo fuera", describe Iñigo. De todas formas, como pasa siempre con la música, cada uno se hará su composición de lugar al escucharles en sus habituales conciertos o en la maqueta que, en formato físico, se puede conseguir en estas actuaciones o, a través de Internet, se puede escuchar en Bandcamp, MySpace y YouTube.
Curtidos en la calle y en los bares, entre copas, ideas y venidas, conversaciones y momentos, los tres tienen claro que son espacios que permiten una cercanía que les interesa, una relación diferente con el público, aunque a veces el ruido pueda estropear silencios "necesarios" en su música. Un ambiente muy diferente al que se encontraron en la Jimmy Jazz, cuando tuvieron que actuar en la final del Concurso de Maquetas de Álava. "Teníamos que hacerlo perfecto y fue mucha presión, aunque creo que reaccionamos muy bien", recuerda Alison, aunque también apunta que le molestó "no poder ver las caras de la gente que estaba salvo la de los que estaban pegados al escenario". El premio lo tienen entre las manos desde el pasado jueves, un galardón que también supone recibir 6.000 euros. Bueno, 4.800 porque hay que restarle el IVA. "Está muy bien todo lo que nos está pasando, que nos llamen los medios, que nos digan esto o lo otro, pero debes tener los pies en el suelo porque lo importante es cuando estamos en los ensayos y disfrutamos", dice Gutiérrez.
De hecho, la palabra clave en su conversación es disfrutar. Lo hacen cada vez que se juntan en casa de Víctor, su particular local de ensayo, "aunque nos juntamos muy poco", ríen. ¿Grabar un disco con el dinero obtenido en el certamen? Estaría bien, pero no les obsesiona. "Los tres trabajamos, tenemos la vida más o menos resuelta y no necesitamos el grupo para vivir, lo necesitamos para disfrutar", apunta Gutiérrez. El futuro dirá.