Madrid. Con 36 millones de usuarios activos, de los cuales 11 millones son suscriptores de pago, Spotify y Deezer, líderes mundiales del streaming o escucha musical on line, se consolidaron en 2013 como vía para contener la piratería y como alternativa a la tradicional venta de discos.

Según la consultora Nielsen, el número de personas que utilizaron plataformas de streaming en la primera mitad de 2013 creció un 24% respecto al mismo período del año anterior y en EEUU sus ingresos pasaron en 2012 de 360 a 571 millones.

En la misma senda se inscribe el modesto mercado español. A finales de 2012, el streaming representaba un 38 por ciento de todo el mercado digital, cifra que la asociación mayoritaria de productores discográficos, Promusicae, eleva en su último informe al 55%, por lo que este año empezó a publicar la lista de las canciones más divulgadas en Internet. Ya sea a través de suscripciones de pago o de forma gratuita pero con publicidad incorporada, el streaming ha hallado la forma de obtener rendimientos económicos legales de la música en Internet, aprovechando las posibilidades del medio y ofreciendo un valor añadido que ni siquiera aporta la piratería. Por unos 10 euros mensuales, coste medio del servicio premium de estas plataformas, inferior en muchos casos al precio estándar de un CD de reciente lanzamiento, el usuario tiene acceso instantáneo e ilimitado a catálogos musicales que rondan los 30 millones de canciones desde sus ordenadores o móviles, sin necesidad de descarga en sus dispositivos.

Según un estudio de Music Ally, para el final de este año unos 29 millones de personas en todo el mundo estarán abonados a alguna de las modalidades de pago de streaming, cifra que podría llegar a los 191 millones en cinco años. "Esta sigue siendo una forma de escuchar música relativamente nueva, pero es el futuro", destaca a Axel Dauchez, director general de Deezer, cuyos suscriptores de pago han pasado en un año de 2 a 5 millones en el mundo.

El formato físico 'se encoge' En la primera mitad de 2013, el 46% de los ingresos totales generados por la música provinieron del mercado digital, frente a los formatos físicos, cuyas ventas siguen encogiéndose. A pesar de ello, en opinión del directivo francés "no hay evidencias" de que un sector se esté comiendo al otro. Defiende que el streaming es más bien un complemento al modelo tradicional, ya que ofrece más facilidades para descubrir música y saltarse las barreras geográficas. Además, al generar ingresos con cada escucha, asienta una forma de remuneración tan larga como la propia vida de la canción, dejando atrás el momento viejo y puntual de la compra. Como se vio en la pataleta y posterior espantada de Spotify por parte de Thom Yorke, líder de Radiohead, uno de los principales motivos de polémica que rodea a este tipo de servicios es la cuantía que reciben los artistas por las escuchas. Recientemente, la sueca Spotify reivindicó en un artículo titulado ¿Cómo contribuimos al negocio musical? que, hasta la fecha, se han retornado a la industria musical unos 1.000 millones de dólares (unos 730 millones de euros), la mitad solo en 2013, y que la empresa solo retiene el 30% del dinero obtenido con cada escucha.

En este ámbito no se puede olvidar el importante papel que, desde hace años, juegan las plataformas de vídeos Youtube y, dentro de esta, VEVO, convertidas en una especie de MTV personalizada, en la que son los usuarios quienes construyen su propia programación. Su nivel de penetración es tal que sus reproducciones se tienen en cuenta en la lista oficial norteamericana, elaborada para la revista Billboard, con casos como el récord de Miley Cyrus (20 millones de reproducciones en un día del número 1 Wrecking ball) o las acusaciones de fraude contra Lady Gaga por intentar inflar los visionados de su Applause y alcanzar así ese puesto. Ahora sí, el futuro está en Internet.