En breve concluirán las obras, pero eso no significará que el proceso haya terminado. Todo lo contrario. Empezará una nueva etapa consciente de que no hay meta, que lo interesante es el camino. El campo sólo puede morir si se abandona, y para que eso no suceda la labor debe ser continua a lo largo del año. Aunque ya se haya recogido el fruto de esta campaña, el de la nueva está en marcha. Por eso la sala Baratza no está a punto de abrir sus puertas, lleva tiempo trabajando una propuesta única en Gasteiz.
No es un escenario donde ir a ver representaciones. No es un local de ensayos. No es un espacio para que artistas vinculados a las artes escénicas puedan realizar residencias y desarrollar sus proyectos. No es un lugar para llevar a cabo talleres, cursos, clases magistrales o seminarios. No es un laboratorio donde poder investigar y desarrollarse, buscando además la complicidad, el encuentro y una nueva relación con el público. Baratza es y será todo eso... y más.
Hoy su sede de la calle Aldabe es todavía una huerta en construcción. "Está en un momento muy interesante", dice Unai López de Armentia con una sonrisa mientras sus ojos transmiten al mismo tiempo lo pesado de lo hecho hasta ahora para convertir el sueño en realidad y la ilusión de lo que está por llegar. "Sólo hemos visto el proyecto sobre el papel y en nuestra cabeza; nos morimos por verlo en marcha", explica sobre una propuesta que dirige junto a su hermana Garazi López de Armentia, aunque detrás hay más personas y grupos implicados. "Buscamos ser un centro de referencia para todas las personas que tengan inquietudes".
El próximo 19 de diciembre, la sala cortará la simbólica cinta de su inauguración, aunque desde el próximo fin de semana es su intención ir desarrollando distintas ofertas durante viernes (teatro), sábados (danza) y domingos (para el público infantil y varios), una programación de la que en breve se irán dando más detalles y que se producirá en otros emplazamientos. Y es que el trabajo en el campo a veces también es acelerado por condicionantes externos, como puede ser una ayuda de las Fábricas de Creación del Gobierno Vasco que el espacio tiene concedida para este 2013. Además, ya están en marcha algunas residencias de artistas. Y las obras en la calle Aldabe no paran y... "Esto es una necesidad. Algunos dicen que somos unos valientes, pero yo creo que somos un poco ingenuos. Pero bendita sea esa ingenuidad. Estamos enseñados a hacer las cosas bien, mal no vale. En la ikastola, si haces las cosas mal, suspendes. En el teatro, si siempre haces las cosas bien, no vas a descubrir nada nuevo. Igual nos ha pasado aquí".
Eso sí, Baratza no son sólo los 300 metros cuadrados que ocupa su sede ahora en transformación. Para explicar de manera sencilla cuáles son los cimientos que sustentan la sala, Unai López de Armentia se sirve del nombre elegido para bautizarla. La palabra tiene dos significados. El más obvio, en euskera, es el de huerta, "donde se plantan cosas, donde se siembra, donde crece y donde se recoge. No entendemos la cultura solo como un producto que lo compras en el super y si sabe bien, bien y si no, pues nada. Nosotros creemos en ver, favorecer y vivir el proceso desde el principio. Queremos acercar la creación más actual y vanguardista al público y una manera es involucrarlo en el proceso creativo, es intentar tener la sala abierta siempre, acercarnos a la comunidad, primero empezando por el barrio donde nos encontramos. Ahora hay mucho producto final que vas, vez y te vuelves a casa sin que lo visto te deje nada. La cultura necesita abarcar algo más que el entretenimiento, te tiene que dejar un residuo. El artista puede despertar semillas que tienes dentro, incluso pudiendo hablar con él después de una actuación".
El segundo significado que sirve a sus responsables para concretar su idea retrotrae a la niñez. "Cuando las ikastolas no eran legales y la enseñanza del euskera se hacía en la intimidad del caserío, parar las clases e ir a jugar era, literalmente, salir a la huerta, es decir, ir a la baratza, algo que nosotros también decíamos de pequeños. Gran parte de nuestra filosofía de trabajo, de entender lo que es el teatro, la danza, las artes escénicas... es ese lugar de encuentro, de juego creativo y espontáneo. Mucha de nuestra formación ha pasado por quitar máscaras sociales y encontrar la creación innata que tenemos".
Un trabajo diario El huerto ya ha dado su primer fruto de cara al exterior en el marco del festival inTACTO que se está llevando a cabo este fin de semana en Artium. El pasado viernes, la sala coordinó una mesa de trabajo titulada Buscando al público desesperadamente que reunió a diferentes agentes culturales de dentro y fuera del País Vasco. Además, el proyecto ofrece hoy, dentro del mismo certamen, una charla para darse a conocer.
Pero más allá de estas citas concretas, el plan de Baratza para su futuro más inmediato ya está diseñado, más allá de que el espacio de Aldabe también se puede alquilar por iniciativas externas (el contacto se puede hacer en salabaratza.com).
Cuatro son los ejes fundamentales. Por un lado, las mencionadas residencias para artistas. "Vamos a realizar convocatorias abiertas donde ofrecemos un espacio con un equipamiento técnico para que los creadores puedan desarrollar sus acciones e investigaciones; además, estamos pensando abrir las puertas al público en aquellos procesos que desemboquen en un producto final".
Por otro está la formación, aunque en ningún caso se quiere competir con los espacios ya existentes "porque en Gasteiz hay bastante oferta y buena. Lo que planteamos son más laboratorios donde entrenar. Nosotros somos nuestra herramienta de trabajo. Un violinista afina su instrumento y ensaya todos los días. En nuestro caso, nuestro instrumento somos nosotros. Si no estás afinado, si no descubres tus límites, mal vamos. Cuanto más te llevas al límite físico y mental, mejor. Tenemos unas herramientas y unas metodologías y con eso vamos a trabajar", aunque también se trabajará en el mismo sentido en otros campos de las artes escénicas.
En tercer lugar, y enlazando con lo anterior, Baratza tiene planeados talleres, monográficos, cursos y master class sobre distintas facetas de la creación artística y técnica contando con agentes culturales invitados. "En todos los años que hemos trabajado en otros países hemos conocido a una gran cantidad de gente increíble que deseamos traer aquí".
Y, por último, se encuentra la programación de danza, teatro, performance... todo ello en un escenario que al no ser a la italiana permite una versatilidad única en la capital alavesa y cuyo diseño se ha hecho junto a la empresa Kultiba. Es más, se ofertarán sesiones de cine-forum, y en la entrada se instalará una mediateca y una biblioteca.
Orígenes Pero el fruto que da la cultura no viene de la nada. En el caso de Baratza, el nacimiento está en el colectivo Factoría de Fuegos, un punto de encuentro en la capital alavesa de varios jóvenes creadores cuya formación y profesión se ha cultivado en diferentes ciudades y países. "Estábamos haciendo muchas cosas en muchos sitios, pero era necesario encontrar un espacio propio. Cuando todavía existía Arich, lo intentamos. Un día hablamos un montón de gente en La Monstrenka, pero éramos demasiados, nadie tomó las riendas, la agencia desapareció y aquello se quedó ahí", recuerda Unai. "Pero Garazi seguía con la idea en la cabeza y siguió buscando". La joven bailarina, creadora y pedagoga vitoriana había vuelto desde Barcelona y tenía claro lo que quería.
Cada vez que su hermano actor volvía a la capital alavesa tras estar actuando en distintos países, ella le enseñaba un emplazamiento nuevo hasta que apareció el local de Aldabe. "Mi padre se jubiló y nos dijo: yo prefiero daos la herencia ahora y ver qué hacéis con ella. Así que Garazi compró el local. Ya teníamos nuestro sitio, el nuestro y el de Parasite Kolektiboa y Sleepwalk Collective con los que trabajamos juntos".
Dicho y hecho. Eso sí, las dificultades no están siendo pocas. También en lo económico. A través del crowdfunding han conseguido un cierto alivio, igual que con la ayuda del Gobierno Vasco, que habrá que ver si se mantiene para 2014. "Ahora mismo tenemos un agujero muy gordo con la obra", pero también las cosas y los plazos claros para hacer que el sueño perdure y crezca, incluso entrando a formar parte de la Red Estatal de Salas Alternativas.
Adivinar qué futuro le espera a la huerta es imposible. Pero vivirlo junto a ella promete ser interesante. Es el fruto de la cultura.