vitoria. HACE décadas, el rock'n'roll sintetizaba la expresión de un sentimiento rebelde hacia la vida, una toma de postura existencial. La cosa se ha oxidado con los años y hoy en día ese punto de rebeldía que se le suponía al rock queda desdibujado por otras circunstancias, como el peso del mercado, el mestizaje de géneros o la pose de muchos músicos que aparentan ser lo que no son (que se lo pregunten a Bono, mito rockero al que el periodista Harry Browne descuartiza en un libro reciente). Algunos, sin embargo, siguen apostando por esa senda, como es el caso de Ozzy Osbourne, Iggy Pop o Mick Jagger. La jubilación no entra dentro de sus planes, pero no, tampoco son lo que eran.

Pese a que su cantante acaba de cumplir 70 años, los Rolling Stones terminaron a comienzos de mes su última serie de conciertos. Por su parte, Joe Cocker (de 69 años), Iggy Pop (66) y Ozzy Osbourne (64) están de gira. Como representantes de una cultura juvenil, en su día se rebelaron contra el establishment, pero hoy su papel es ya más bien otro.

Iggy Pop ya no se hace sangre arañándose el pecho, Joe Cocker se enfunda en trajes sobre el escenario en lugar de usar sudadas camisetas y, de momento, Ozzy Osbourne no ha arrancado la cabeza a ningún murciélago en lo que va de gira, como sí hizo hace unos 30 años en Estados Unidos. Parece que, con los años, los "chicos malos" han madurado y se han vuelto más afables, más sociables. "También el público es más adulto", afirma Steffen Damm, del Instituto de Cultura y Gestión de Medios de la Universidad Libre de Berlín. Los fans de la generación del rock ya no generan avalanchas para entrar en los estadios, rebelándose contra el sistema. "Las clásicas culturas juveniles han derivado en culturas mediáticas", sostiene el experto.

En lugar de eso, hoy muchos artistas se convierten en una institución en sí mismos. "Nadie ha durado tanto como nosotros", decía Keith Richards, de 69 años, sobre los Stones. "Nadie ha conseguido que una banda de rock llegara tan lejos, ni siquiera se ha acercado." Y ahí radica precisamente la admiración que despiertan muchos de estos veteranos: la supervivencia es un plus.

"No hay nada nuevo. Artistas como los Stones alimentan su propia leyenda. Uno va a sus conciertos para vivirlos de nuevo", analiza Damm. A Joe Cocker se le sigue aclamando por su actuación de hace 44 años en el mítico festival de Woodstock. "Los jóvenes me dicen que tengo que sentirme afortunado de haber vivido aquella época", contó en una entrevista reciente para la promoción de su último disco.

Por otro lado, parece que a los hombres les resulta más fácil que a las mujeres hacerse mayores en el negocio musical. Por ejemplo, algunos colegas del sector critican a Madonna porque a sus 54 años la diva del pop no ha evolucionado en su imagen para adaptarla a su edad. "Que una cincuentona intente parecer veinteañera da vergüenza ajena", criticaba la cantante de la banda The Gossip, Beth Ditto (32 años) en una entrevista. Tampoco Elton John (66 años) fue mucho más amable con Madonna: "Es como una pesadilla, su carrera está acabada", dijo en una entrevista en televisión.

Según la profesora alemana de Música y Medios Susanne Binas-Preisendörfer, "la cultura pop se ha convertido en la cultura de distintas generaciones y en sus productos ya no existe una jerarquía de edad". Damm opina de manera similar: "Al contrario que con los deportistas, con los músicos no hay fronteras de edad."

euskal herria No llegan a esos extremos (de edad), pero casi todos los músicos que a finales de los 70 iniciaron la senda del rock en Euskal Herria siguen en activo; ni Ruper Ordorika (57 años) ni Anje Duhalde (63) ni tampoco Niko Etxart (60) parecen estar dispuestos a tirar la toalla. El de Oñati anuncia nuevo disco para otoño y tanto el de Arrangoitze como el de Altzürükü no pierden la oportunidad de tocar en directo cada vez que pueden, además de seguir componiendo. Duhalde, por ejemplo, presentó su último disco en 2012 (Ibilean), y toca habitualmente en el Kafe Antzokia de Bilbao.