¿Lo de volver a Vitoria cuando el personal está iniciando las fiestas... complicado, da igual?

Es la primera vez que acudo cuando es La Blanca pero creo que tendremos una bonita reunión con el público. Bueno, tres. Además, la función que proponemos es una comedia romántica en la que los espectadores van a estar 90 minutos gozando de una historia que es muy humana y que toca el corazón al tiempo que hace pasar un buen rato.

¿Y entre sesión y sesión se podrá hacer un paréntesis en una ciudad que usted conoce muy bien?

Cuando vamos trabajando es complicado salir de fiesta, pero bueno, un pintxo... (risas). Para la función hay que estar en perfectas condiciones para ofrecer al público nuestro tope. Eso requiere descanso y más sabiendo que estamos en una gira muy larga. Pero bueno, algo haremos porque para mí Vitoria es muy especial.

Salen al escenario María Galiana y usted, es decir, dos intérpretes que no necesitan ninguna presentación y que, de hecho, desde hace varias temporadas coinciden en una serie de televisión. ¿Es difícil conseguir que el público que acude a ver 'Conversaciones con mamá' tarde poco tiempo en dejar de verles a ustedes para centrarse en los personajes?

Ésa es la magia del teatro. Cuando estás construyendo un personaje, el reto es que nada más que aparezcas en el escenario la gente se olvide de quién eres. Tal vez si me hubieras hecho esta pregunta antes del estreno del montaje, te hubiera dicho que la reacción del espectador en este sentido era una incógnita. Pero a día de hoy te puedo decir que el público se identifica mucho más con los personajes de la madre y el hijo en Conversaciones con mamá que con Herminia y Miguel de Cuéntame. Es que si no consiguiéramos esto, los actores sólo podríamos hacer un papel en nuestra vida.

Llegan con la adaptación de una película que pertenece a esa magnífica hornada de principios de siglo en Argentina en la que el cine de ese país decidió abrir en canal a una sociedad en pleno caos económico para reírse y hacerlo con acierto.

Bueno, pero creo que nosotros también sabemos hacer eso.

¿No lo hemos perdido?

No, no. Cuando nosotros hemos puesto en escena la función, en varios momentos hemos pensado mucho en Rafael Azcona, en ese sentido del humor negro que tanto María como yo hemos conocido bien puesto que, de alguna manera, hemos sido educados en esa dramaturgia. Hemos querido buscar esos instantes en los que es mejor reírte de ti mismo para luego poder analizar y contar las cosas que te ocurren. Conversaciones con mamá está situada en uno de los momentos más duros del corralito en Argentina, y nosotros la llevamos ahora de gira por un país con un número de parados espectacular y con una situación económica desastrosa. Mi personaje, con 50 y pico, tiene que renunciar a todo tras quedarse en paro, a una vida en la que todo era apariencia económica, y se ve obligado a recurrir a su madre para que le saque las castañas del fuego. Y eso es tremendo contarlo cuando vemos como gran parte de la sociedad española, eso que se llama la Tercera Edad, tiene que sustentar con pensiones ridículas a toda una familia. La meta del descanso se les cae. Y eso es lo que trata esta función desde un punto de vista de un gran sentido del humor.

De hecho la película es una reivindicación de los mayores, de una mujer que de tonta no tiene nada.

No quiero generalizar con esto, pero vemos todos los días casos en los que, de repente, nos creemos los reyes del mambo y pensamos que nuestros padres y abuelos carecen de sentimientos, que ya no tienen derecho al amor o a disfrutar. Y, sin embargo, ahora les miramos y les pedimos que sean ellos los que tiren del carro. Es increíble. Las situaciones que proponemos sobre el escenario son muy reconocibles. Verse reflejado en ese espejo, desde el tono de comedia que proponemos, hace que el público se ría hasta que no puede más para luego, al final, emocionarse.

Y pensar.

Es que es el teatro que me gusta. Y la película está muy bien, pero además la adaptación que ha hecho Jordi Galcerán ha sido magnífica. Cuando he estado en Vitoria he presentado a los espectadores propuestas duras, pero duras, duras. Tenía ganas de hacer una comedia, pero no algo que fuera intrascendente. Mira, lo más bonito que he oído con esta función fue un espectador que nos esperó fuera de un teatro para lo típico de las fotos y los autógrafos, y nos dijo: "¡tengo unas ganas de llegar a casa para llamar a mi madre!". Eso es lo que he perseguido con esta obra. Hay que salir y pasarlo muy bien, pero si lo hacemos de una forma intrascendente nos van a quitar hasta la sonrisa.

¿El Juan Echanove director se ha llevado bien con el actor y, también, con María o...?

Sí, hombre. Cuando empezamos con la función, lo primero que le comenté a María fue que me dijera directores con los que le apetecía trabajar. Pero ella me dijo que quería que la dirigiera yo. Somos muy amigos desde hace tiempo. Aunque la gente piense lo contrario, en Cuéntame casi no coincidimos, pero nos conocemos mucho desde hace años, pensamos de manera muy parecida y profesionalmente también somos bastante cercanos. Yo pensaba, y así se lo comenté, que podía ser un poco complicado ser compañeros y además director y actriz, y encima salir de gira conmigo en esa doble faceta. Pero ella me explicó que era precisamente lo que estaba buscando. La verdad es que, al final, ha sido un proceso de creación maravilloso.

Y sigue sobre las tablas, mientras la televisión le reclama, el cine... un no parar en el que, eso sí, usted siempre busca un hueco para escribir en Internet ('Un blog para comérselo') donde la gastronomía sirve como excusa para hablar de la vida, algo que ha hecho en más de una ocasión relatando cosas de Vitoria.

Cuando hice el programa Un país para comérselo fue un parto maravilloso, pero seguir haciéndolo hubiera significado renunciar al teatro o el cine. Además, en la televisión de hoy creo que no tiene espacio un programa que también realiza una reflexión humana, hacia el interior. Cuando eso se quedó ahí, me decidí a poner en marcha el blog para mantener la idea primera del programa. Voy de gira, conozco gente, experiencias, sentimientos y a través de la gastronomía intento transmitir esa emoción. En torno a la gastronomía es donde las personas que somos distintas encontramos vínculos maravillosos que cimientan entendimientos muy sólidos. Claro que me importa comer y beber, pero es secundario frente a lo que te digo.