San Sebastián. El director de cine Emilio Martínez-Lázaro afirmó ayer que en su nueva película Ocho apellidos vascos hace una caricatura de los tópicos culturales, en este caso los andaluces y vascos, aunque reconoció que "limó el guión" para evitar herir sensibilidades.

La película, que se rueda durante esta semana en varias localidades de Gipuzkoa y que ha grabado ya parte de sus escenas en la localidad navarra de Leitza, "podría verse como una sucesión de sketches" con una historia romántica "catalizadora" en la que Rafa (Dani Rovira), un señorito andaluz, se enamora de Amaia (Clara Lago), una chica vasca que se resiste a sus encantos, todo ello visto a través de la sátira, un subgénero "nuevo" para el director.

A esta relación se suma la oposición de Koldo, el padre de la chica interpretado por Karra Elejalde, un pescador que ha vuelto tras varios años en la mar y que se erige en la película como prototipo del nacionalista vasco.

Aunque casi toda la película se mueve en el terreno de la caricatura, donde es difícil diferenciar entre realidad y ficción, en el caso de Elejalde el papel se ciñe de manera más fiel al personaje de padre protector.

El guión, propuesto por Tele Cinco, es obra de Borja Cobeaga y Diego San José, autores también de los textos del programa televisivo de humor vasco ¡Vaya semanita!, un hecho que ha imprimido a Ocho apellidos vascos un estilo "políticamente incorrecto", agregó el realizador de Al otro lado de la cama. El director señaló ayer, tras el rodaje de una escena en un asador de Zumaia, que no ha querido "imponer su punto de vista" en el guión y ha añadido que lo que sí ha buscado es "darle más importancia a los personajes que a los chistes".

actores Sobre los actores, Martínez-Lázaro destacó que "tenía en mente desde el principio" a Karra Elejalde para interpretar el papel de padre, y subrayó la comicidad de su personaje, sobre todo en la forma de hablar exagerando el acento vasco para adaptarlo al guión. Fue el propio Elejalde el que comentó en un descanso del rodaje que, debido a su origen vasco, ha "ayudado" a algunos personajes del reparto a conocer las costumbres de la cultura euskaldun. En el caso de Rovira, el director admitió que "no sabía quién era" pero que, aconsejado por las ayudantes del casting, descubrió en él a "un fuera de serie", a un actor que ha sabido perfectamente dar el salto de los monólogos al cine. El actor se ha enfrentado a este papel como a "una gymkana" en la que trata de "salvar los muebles en cada situación".

Aunque Martínez-Lázaro cree que la sátira actualmente se limita a "una moda juvenil impuesta por los americanos", no encuadra precisamente a Ocho apellidos vascos en esta línea de desfase gamberro. "Es muy difícil saber si la gente se va a reír en el cine", aseguró el realizador, partidario de la comedias "suaves".