determinado tipo de seres humanos tienen especial predisposición para tener ocurrencias en cualquier momento y circunstancia; son tipos que saben ver el lado curioso de las cosas y circunstancias y con un tono no exento de humor plantean soluciones, medidas o salidas que llamamos ocurrencias, arlotadas o chirenadas y Miguel Ángel Revilla es prototipo de este espécimen humano, que últimamente pulula por los platós.
El expresidente de Cantabria es un habitual de los programas que en la noche del sábado, conduce con acierto, Iñaki López, en medio de una leonera de tertulianos que mejor estarían tomando horchata a orillas del Manzanares y dejaran de dar la tabarra; Miguel Ángel Revilla tuvo hace quince días la ocurrencia de retar a Alberto Chicote, motor de audiencias de La Sexta a un duelo en el plató convertido en cocina para demostrar conocimientos y habilidades culinarias de estas dos figuras del circo mediático.
Lo que ocurrió el pasado sábado en el programa La sexta noche fue una demostración del poder creativo de la tele capaz de sacar de la nada de un guión, secuencia o espacio, un producto animado, variado y diverso gracias al gracejo, contrates y habilidad de tres esforzados de la tele, Alberto, Iñaki y Migue Ángel fueron capaces de llenar de imágenes, detalles y diálogos cuarenta minutos de televisión, en principio abocados al fracaso por la falta de tensión comunicativa. El buen hacer de Iñaki, conversando con los dos duelistas que preparaban perretxikos a la cántabra y arroz caldoso a la madrileña fue una demostración de talento y habilidad, capaces de superar los momentos de más audiencia del programa. La secuencia del jurado llena de inteligencia y buen decir y la decisión final de nombrar ganador del duelo a Miguel Ángel Revilla puso el broche de oro a un ejercicio de vacua y volátil tele que eso es en esencia este medio.