madrid. La salud, dos discos en solitario y "la pereza", reconocen, han mantenido apartados a Texas del gran público durante ocho años, una ausencia en la que han compuesto fácilmente y sin presiones un disco que habla de esas conversaciones con mayúsculas "que te cambian la vida pero que nadie querría tener".

"Hay momentos en que te sientes infeliz, asfixiado, como si te estuvieran estrangulando y en los que no sabes hacia dónde va tu vida", dijo ayer a Efe en Madrid Sharleen Spiteri, en relación con ese tipo de charlas con amigos y parejas que, "llegados a una determinada edad", son temibles por sus consecuencias. The conversation (PIAS) se publica el próximo 20 de mayo con un single del mismo título que ayer promocionó en Madrid la famosa cantante de este grupo escocés, uno de los más importantes del rock de los años 90 gracias a éxitos con un toque sofisticado a lo Motown como I don't want a lover, Say what you want o Summer son. Spiteri (Bellshill, 1969), que se separó en 2004 del editor Ashley Heath tras tener a su hija Misty Kid, se dio cuenta del "patrón" vital y sentimental en torno al cual giraban las canciones de este álbum cuando compuso The conversation y Dry your eyes. Dentro de Texas, las cosas parecen más relajadas. A pesar del largo paréntesis, cuenta que sus discusiones no han ido nunca más allá de cuestiones meramente profesionales, fruto de su pasión por el trabajo. "Nunca ha sido fácil, hay momentos en que nos mataríamos los unos a los otros, pero nunca hubo ningún problema serio", asegura. Sobre su largo silencio discográfico desde la publicación de Red book (2005), su último disco de estudio, responde de primeras que son "perezosos" y que el tiempo pasó muy rápido. En ese plazo, realizaron su última gira conjunta, Spiteri publicó dos discos en solitario (Melody y The Movie Songbook) y el guitarrista Ally McErlaine se recuperó de un grave aneurisma sufrido en 2009. "Él está muy bien ahora", dice sobre su compañero, cuyo estado de salud alargó aún más el proceso de elaboración de este disco, que comenzó al menos intencionalmente hace cuatro años.

Detroit city, una de las más vibrantes de las nuevas canciones, fue la primera que compusieron para este trabajo que, como ella cuenta, funciona como un álbum a la antigua usanza, muy equilibrado en cuanto a alternar momentos álgidos y otros más bajos, "arrullos amables", dice, como una auténtica conversación.

"Fue un disco fácil, sin presiones de ninguna discográfica", hecho junto a dos famosos amigos: Bernard Butler (exmiembro de Suede y productor del mencionado Melody) y Richard Hawley (exmiembro de Pulp). "Richard aportaba algo de fantasía y John (McElhone, el otro pilar de la banda) se encargaba de traerlo de vuelta a la realidad", recuerda sobre las sesiones de grabación, un "proceso puro" jalonado entre Glasgow, Londres y el estudio de Hawley en Sheffield, sin mayores preocupaciones por la expectación: "Si funciona, funciona", se decían. A España, donde se ha topado con el calor del público en un miniconcierto promocional y con "los mayores mojitos" que había visto en su vida, quizás vuelvan en noviembre.