LA Semana Santa con estos ecos de guerra que vienen de Corea nos pilla en bragas. Mejor dicho, en destape de sujetador de Mercedes Milá. Un atrevimiento comparable al de Alfredo Landa en la década de los setenta y un hito televisivo que nos recordarán cada cierto tiempo. La Milá ha descubierto que hacer de Victoria Vera o Victoria Abril tampoco era para tanto y, a su edad, se puede permitir probar nuevas y excitantes emociones ya que, en televisión, lo ha hecho todo, hasta llegar al apocalipsis de su patético y alocado semidesnudo.
Pero lo cierto es que la apuesta de Antena 3 en esta Semana Santa por La Biblia ha sido un éxito sin paliativos y con la que ha conseguido superar los excesos de Mercedes y su tropa de exhibicionistas. Parece que la costumbre de consumir historias de los Testamentos fuera pasando de padres a hijos. Antes era el blanco y negro de Los Diez mandamientos o Espartaco, hoy cualquier filme histórico sirve, como le ocurrió el otro día a la enésima reposición de Atila en TVE. Está claro que el cine es una buena herramienta con la que contrarrestar todos estos realities que circulan por la televisión pero, a no ser que se reponga Pretty Woman, que siempre tiene audiencia asegurada, tampoco conviene abusar. Aunque en esta Semana Santa el Apocalipsis parece que viene de Corea. El estado de guerra que se autoimponen los del norte contra los del sur y el resto del mundo parece un chiste. Pero la realidad es que ese dirigente con cara de niño orondo y maleducado que es Pyongyang controla un ejército que maneja cabezas nucleares y que lo mismo puede arrasar Japón que poner patas arriba el Pacífico y el resto del mundo. Da escalofríos solo recordar las imágenes en las que los habitantes de Corea del Norte lloraban la muerte de su padre Kim Jong: a su lado el strip-tease de la Milá es pasión en estado puro.