madrid. Si en La mano de Fátima Ildefonso Falcones trató la expulsión de los moriscos en la España del siglo XVI, ahora, en su tercera y esperada novela, La Reina descalza, el catalán recupera un episodio poco novelado, la persecución de los gitanos y el origen del flamenco en el siglo XVIII.
Así, esclavitud, música, angustia, amor, sensualidad, dolor, pasión, tiranía, violaciones, pobreza o aroma de raza se dan cita, a partes iguales, en La Reina descalza, que se desarrolla en el barrio de Triana de Sevilla y en un Madrid de contrabandistas, de cómicos, plebeyos y cortesanos, lleno de teatros y bullicio de gitanos.
Hace siete años que Ildefonso Falcones, abogado y escritor, irrumpió en el panorama literario como un tsunami con su primera novela La catedral del mar, un fenómeno editorial que traspasó fronteras, editado en 43 países y del que se vendieron más de 5 millones de ejemplares. En 2009 vino otro éxito, La mano de Fátima, y ahora este canto por la libertad, emitido por dos mujeres, una esclava liberta y una gitana, que viajan por una época teñida por los prejuicios y la intolerancia. "Este libro nace -explica el autor a Efe- porque siempre me ha interesado el tema de la esclavitud en Cuba, un asunto duro: todavía en el siglo XIX, cuando parecía que no había esclavitud, allí estaba en apogeo, pero me pareció algo complejo y decidí traerme una esclava a España y buscar los orígenes del flamenco, el preflamenco que dicen los expertos, que nace de la fusión de la música negra con la música nacional". Para indagar en los orígenes del flamenco buscó a los gitanos del barrio de Triana, ya que "es difícil hablar de flamenco sin hablar de gitanos" -precisa-, y de ahí tiró del hilo para poner en negro sobre blanco un oscuro episodio de la España borbónica, "con el que se intentó destruir una raza", dice.
En 1748, una orden convirtió a los gitanos en proscritos: a los hombres se los llevaron a los arsenales militares y a las mujeres y niños, a las cárceles, con el objetivo de que no tuvieran descendencia. Pero fue un fracaso -advierte el autor-, "porque solo consiguieron detener a los gitanos asimilados, a los censados, y se olvidaron de todos los demás, que eran mucho más".
Falcones (Barcelona, 1959) presentó ayer su novela en un tablao flamenco de Madrid con cien años de solera, Villa Rosa, a golpe de bulerías, sevillanas antiguas y pellizcos de zorongo, después de un recorrido por el Madrid donde transcurre la novela. La reina descalza cuenta la historia de Caridad, quien llega a Sevilla desde Cuba, una mujer libertada por su amo, ya muerto, pero que en vida la violó en muchas ocasiones, y de Milagros, una gitana víctima no solo de las circunstancias sociales, también de las propias reglas de su familia gitana. A ambas les apasiona la música y el baile y les espera un Madrid de tablaos, penas y alegrías en los alrededores de la plaza Mayor, la plaza de Santa Cruz, donde está el Ministerio de Asuntos Exteriores y antigua cárcel, o en la calle Atocha. "Esta novela es un canto a la libertad por encima de todo -sostiene Falcones-, por parte de la esclava negra que finalmente va a encontrar esa libertad efectiva, porque antes ha llegado con una libertad que no puede ejercer y sigue siendo humillada por la gente; y por parte de la gitana, de todos los gitanos, quienes, a pesar de represiones y normas, son libres y llevan implícita esa forma de actuar con absoluta libertad", recalca.