Berlín. Un cineasta debutante Emir Baigazin, al frente del primer filme de Kazajistán a competición en la Berlinale, le puso cerco ayer a los Osos, en la penúltima jornada del festival con una historia de trama hermética y planos de belleza impactante.

Uroki Garmonii (Harmony Lessons), un filme que discurre en una recóndita escuela rural kazaja y que arranca del degüelle y destripe de una oveja por el muchacho protagonista -Aslan Anarbayev-, colocó la pieza que faltaba en una Berlinale ansiosa por revelar talentos. Aslan es un chico aplicado, que aplica lo que aprende en las clases de Física y Química en construir minisillas eléctricas para las cucarachas de su casa o pistolas de madera, que disparan fuego real, pensando en los matones que le extorsionan en la escuela. No es un chico cruel, sino alguien que busca la precisión en cada gesto y que, puestos a sacrificar la oveja para su abuela, lo hace hasta con amor y procurándole el menor dolor posible. Su único amigo en la escuela es un muchacho llegado de la ciudad, que se rebela contra los matones, y la chica que la gusta una musulmana con el pañuelo islámico, que a su manera también marca las diferencias frente a la ley marcial imperante en el colegio.

Baizagin, con menos de 30 años, representó eso que un festival como la Berlinale necesita aportar cada año, un lenguaje cinematográfico nuevo, que se plasmó escena a escena con un trabajo de cámara sensacional -a cargo de Aziz Zhambakiyev-. El filme tuvo una entre cálida y entusiasta acogida en el pase para la prensa y el director del festival, Dieter Kosslick, la había colocado entre sus "filmes destacados" al presentar programa.

A falta de dos filmes a concurso -Elle s'en va, con Catherine Deneuve y Nobody's Daughter Haeven, del coreano Hong Sangsoo-, las valoraciones de la crítica internacional, reflejadas en la revista "Screen" de la Berlinale, apuntaban a "Gloria" como clara favorita.

El filme kazajo fue el único a competición ayer, cuya sección oficial completó, con carácter de exhibición, Dark Blood. Se trata del último film rodado por el actor River Phoenix, quien falleció diez días antes de completar su trabajo, en 1993, por una sobredosis de barbitúricos. El director, el holandés George Sluizer, ha completado ahora esa película, rellenando las escenas inconclusas con su propia voz, relatando lo que habríamos visto, de no haber muerto el actor.

La proyección de Dark Blood tenía carácter de homenaje a Phoenix. El otro homenajeado de la jornada fue el documentalista francés Claude Lanzmann, Oso de Oro honorífico de esta 63 edición de la Berlinale, por su documental Shoah sobre el genocidio contra los judíos europeos.