Berlín. El cine alemán entró ayer en competición en la Berlinale con Gold, con una Nina Hoss cabalgando en busca de oro por abruptas montañas canadienses, en un festival volcado en mostrar el valor de la tierra en tiempos de pioneros o ante los usurpadores del presente.

A Hoss, una "musa berlinesa" asidua del festival, le correspondió defender el pabellón alemán con una película angosta, única representante del cine anfitrión a concurso y compartiendo jornada con la rusa Dolgaya schastlivaya zhizn (A Long and Happy Life).

Dirigida por Thomas Arslan, Gold se centra en un grupo de inmigrantes alemanes que, en 1898, pasan de Estados Unidos a Canadá, dispuestos a recorrer 2.500 intrincados kilómetros en busca de oro. La misma Hoss que en 2012 interpretó a una médico acosada por la Stasi -policía política de la Alemania comunista- en Barbara o a la fantasmal Yella, dos años atrás, es ahora el centro de esos alemanes a los que Arslan mueve por las montañas. Mantienen los gestos, frialdad y frases secas propias de empleados de una oficina de Correos en Bremen o Hannover, su lugar de origen, sólo que lugar de estampar sellos amputan con un serrucho la pierna de uno de ellos al borde de la gangrena. A la hora de la proyección, entre un cúmulo de tópicos robados de cualquier western, empezaron a desatarse las impaciencias o carcajadas de los asistentes. El propósito de Arslan no era la parodia, sino retratar a unos pioneros entre los seis millones de alemanes que entre 1830 y 1900 llegaron a Estados Unidos y que forman parte de su paisaje actual. Cuando un filme desata risas ahí donde no debe es que algo no funciona, por mucho que al final se dispensaran a aplausos de cortesía al único anfitrión entre los 19 filmes a concurso. "Me pareció interesante reflejar ese otro lado de los alemanes afectados por las migraciones. Es decir, donde ellos mismos son quienes emigran, o al revés". explicó Arslan, director alemán de origen turco.

Bastante mejor le fue a Dolgaya schastlivaya zhizn, del ruso Boris Khlebnikov, con una historia parecida a la de Promised Land, proyectada el día anterior y con Matt Damon, solo que sin los edulcorantes propios del cine estadounidense. También aquí se centra el filme en un colectivo de campesinos, esta vez de la península de Kola, a los que los poderosos pretenden quitar de sus tierras a precio de estafa. Una muy buena alternativa, en lo cinematográfico, a Gold y, sobre todo, a la tercera película a competición de la jornada, The Necessary Death Of Charly Countryman, dirigida por el sueco Fredrick Bond e interpretada por Shia LaBeouf. A LaBeouf no se le borra la expresión de bobo enamorado -de Rachel Wood- en toda la película, con un Mads Mikkelsen empeñado en quitarle a la chica de sus sueños.

Mientras la competición llevo a a alfombra roja a Hoss, heroína local, y LaBeouf, los filmes fuera de concurso dejaron otra dosis de guapas y guapos: entre otros, Anne Hathaway, representando a Les Misérables en la sección Berlinale Special, y James Franco y Amanda Seyfried, en Lovelace, de Panorama.