Bilbao

TODAVÍA es una sinfonía inacabada, un camino de largo recorrido que ha suscitado ya una gran polémica. Esta misma semana, el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, sugería al lehendakari Iñigo Urkullu la fusión de las orquestas Sinfónicas de Bilbao (BOS) y la de Euskadi (OSE) en una única formación que llevaría por nombre Orquesta Nacional de Euskadi. Durante el encuentro que ambos mantuvieron dentro de la ronda de contactos iniciada por Urkullu con representantes políticos, institucionales y agentes sociales, Bilbao le hizo llegar la "propuesta formal" de iniciar "los pasos necesarios" para fusionar ambas orquestas en una sola y hacerlo "sin traumas".

Un proceso que, según explicó José Luis Bilbao, se realizaría a medio-largo plazo y que, al igual que otras fusiones de sinfónicas europeas, buscaría racionalizar gastos, en sintonía con un proyecto presupuestario ajustado a la actual situación económica, y conseguir que la futura Orquesta Nacional de Euskadi se convierta en embajadora del País y en una gran formación de prestigio internacional. Un proceso que alguien ya ha comparado con la fusión de las tres cajas de ahorro vascas, la vizcaina BBK, la guipuzcoana Kutxa y la alavesa Vital, que han apostado por su integración pidiendo una licencia bancaria conjunta con el objetivo de convertirse en uno de los grupos de cajas más importantes del Estado.

financiación pública Aunque es cierto que en Euskadi existe una gran afición musical, muy superior a otras comunidades, lo cierto es que las orquestas vascas tienen un alto grado de financiación de subvenciones públicas, al igual que ocurre con el resto de las formaciones musicales del estado. De las dos orquestas, la más antigua es la bilbaina, que ofreció su primer concierto en 1922 y que el pasado año contó con un presupuesto de 8,5 millones de euros, de los cuales 7,2 fueron aportados por la Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao. (4.876.384 euros de la institución foral y 2.383.234 por parte del consistorio bilbaino). La BOS cuenta con una temporada de abono, además participa en la programación de la ABAO en Bilbao, las zarzuelas y en conciertos extraordinarios, entre ellos, en Aste Nagusia bilbaina.

En la OSE, creada en 1982 por el Gobierno vasco en tiempos del exconsejero de cultura Ramón Labayen, trabajan unas 105 personas, 90 de ellas intérpretes y reparte su temporada entre Donostia, Bilbao, Gasteiz e Iruñea, además de participar habitualmente en la temporada de la ABAO y tener un papel protagonista en la Quincena musical donostiarra. En 2012 contó con un presupuesto de 8,6 millones de euros, de los cuales 7,3 fueron desembolsados por el Gobierno vasco. La financiación pública de ambas orquestas se acerca al 85%, el resto, alrededor de un 15 por ciento, procede de los ingresos por abonos, venta de entradas, giras y otras actividades culturales. El gasto de personal de ambas plantillas de las orquestas asciende a casi 12 millones de euros.

Unos datos que no son muy diferentes a lo que ocurre con el resto de las formaciones musicales del Estado, algunas de las cuales y debido a los ajustes presupuestarios están en peligro de desaparecer. Actualmente, las orquestas estatales se sufragan en un 85% con financiación pública y solo en un 2% con aportaciones privadas, según datos obtenidos en unas Jornadas AEOS-Fundación BBVA, en las que se analizaban modelos de captación de fondos y públicos para la orquesta sinfónica del siglo XXI. Según los expertos, para que puedan sobrevivir y no tocar fondo, se deberían poner en marcha modelos de gestión que permitan el equilibrio de las aportaciones públicas y privadas en porcentajes que bien podrían estar en un 60%, 40%, respectivamente, lo que aliviaría también las arcas del erario público. En Reino Unido, por ejemplo, la financiación pública solo aporta el 30% de los fondos.

Pero, desde la Diputación de Bizkaia, se ha insistido en que el objetivo de la fusión de las orquestas no es meramente económico, sino también el de crear una sinfónica de una gran proyección cultural. Explican que no se trata de prescindir de una de las orquestas, sino de contar con una más potente, con mayores recursos, con capacidad para convertirse en un elemento de proyección internacional de la cultura vasca, como ha ocurrido con la Orquesta Nacional de Catalunya.

sin despidos En las orquestas guardan silencio, aunque existe cierto temor entre los intérpretes a perder su puesto de trabajo. La diputada de Cultura de Bizkaia, Josune Ariztondo, ha realizado esta misma semana una visita a la BOS, donde ha tranquilizado a los músicos y ha explicado que la posible fusión de las orquestas sinfónicas de Euskadi y de Bilbao "no se haría con una política de despidos". La diputada ha dejado bien claro que no se habla de desaparición de ninguna orquesta, "sino de convergencia", y que en este camino deberán ser las tres instituciones implicadas -Gobierno vasco, Diputación y Ayuntamiento de Bilbao- las que se tendrán que sentar para empezar a hablar.

Ariztondo se refirió al caso de las sinfónicas alemanas de la Radio de Stuttgart y la de Baden-Baden y Freiburg, creadas respectivamente en 1945 y 1946, cuya fusión será operativa a partir de 2016. Hasta entonces, cada una de ellas conservará su independencia y sus actuales titulares, cuyos contratos vencen en 2014, con opción a poderlos renovar por dos años más. La nueva orquesta tendrá su base en Stuttgart y contará con 110 profesores frente a los 200 actuales resultantes de la suma de ambos conjuntos, aunque se ha anunciado que no se procederá a despidos de músicos.

Un proceso no traumático que se repetiría, según se ha anunciado desde la Diputación, en la posible fusión de las orquestas vascas. La edad media de los músicos es de 45 años, pero en el plazo de diez años - ya que antes no se haría operativa una posible fusión- podrían tener edad de jubilarse más de 20 intérpretes de cada formación, según ha podido saber este periódico. Además, se baraja que la nueva orquesta tendría capacidad para ofrecer varios conciertos a la vez, por lo que no habría que llegar a prescindir de ninguno de los músicos, tendría un coste muy inferior al conjunto de las dos formaciones, con un coste para el erario público anual de más de 14 millones de euros, se podría contratar a mejores directores y solistas invitados y hacer más giras y de mayor proyección. También se podría incluir la posibilidad de que la Joven Orquesta de Euskal Herria (EGO) contase con una programación permanente.

rifirrafe político Las reacciones no se han hecho esperar, especialmente desde algunos sectores de Gipuzkoa, que han visto en la propuesta -la primera de este tipo que se realizaría en el Estado, aunque es habitual en el resto de Europa- una amenaza para la desaparición de la Sinfónica de Euskadi, cuya sede está en Donostia. Así, la diputada de Cultura de Gipuzkoa, Ikerne Badiola (Bildu), señaló que sería "lamentable" que detrás de la propuesta de José Luis Bilbao exista un "interés partidista" que persiga el traslado de la sede de la Orquesta de Euskadi a la capital vizcaina. Badiola destacó que la Sinfónica vasca cuenta con una sede en Donostia que se creó específicamente para ella y está adecuadamente dotada. También el exconsejero de Cultura Ramón Labayen, impulsor de la creación de la OSE, ha tachado la idea de "desastrosa. Lo que no puede ser es que Bilbao y Urkullu, dos vizcainos, acuerden llevarse la sede", se ha quejado en un medio de comunicación. Por su parte, el PSE-EE de Gipuzkoa ha exigido a la Diputación que tome las medidas necesarias para impedir que Donostia pierda la sede de la OSE. Los socialistas guipuzcoanos declaraban "tener la sospecha y el temor" de que tras esta propuesta formal de fusionar ambas orquestas en una sola esté la voluntad del gobierno foral de Bizkaia de conseguir que la sede de la OSE se traslade a Bilbao.

Quien sí se ha manifestado claramente por la fusión ha sido el alcalde de la capital vizcaina, Iñaki Azkuna. "Hay que evitar esas duplicidades en un país tan pequeño de dos millones de habitantes", asegura. En opinión del primer edil bilbaino, "los tiempos que corren no son para gastar más de 14 millones, que cuestan las sinfónicas, entre el Gobierno vasco, el Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación de Bizkaia".