eL año que ya termina nos ha traído en la oferta televisiva una ola de programas que básicamente son más de lo mismo de un modelo que ha desembocado tras un proceso complicado de fusiones en un duopolio, en el que Antena 3 y Tele 5 pelean por audiencias, beneficios y dominio del mercado en un momento delicado de facturación e ingresos comerciales, únicos sustentos de estas empresas del entretenimiento e información. Frente a estas dos potentes empresas, el modelo soporta la presencia de lo público con más pena que gloria. La eliminación de la publicidad en TVE ha supuesto una merma de ingresos vital para mantener la cara en la pelea con las privadas, decisión cuya oportunidad se discute de vez en cuando. Con problemas de audiencia, La 1 va perdiendo prestigio informativo y social, mientras que las autonómicas anuncian ERE, privatizaciones y desapariciones. Las series de ficción son el formato preferido para asentar las parrillas de programación, cuya producción supera la media europea con una industria audiovisual que está dando la talla con excelentes guionistas, realizadores e intérpretes. La finalización de Hospital Central, la más longeva serie de la producción española, es la prueba de un éxito mantenido en el tiempo. La que se avecina, Isabel, Amar en tiempos revueltos, emigrada a A3 con cambio de nombre, son evidencias de una manera de hacer industria audiovisual que funciona. La enésima edición de GH, monumento a la telebasura, la aparición sorpresiva de La Voz, fórmula remozada de OT, Tu cara me suena o Salvados son productos que acompañaron las noches del año transcurrido que ha visto repeticiones de programas exitosos ante la carencia de tesorería para producir con generosidad. Una mirada hacia atrás, sin ira, con amable comprensión de una tele que nos ha acostumbrado a más de lo mismo. Urte berri on!