Araia. El pasado jueves se celebró la festividad de Santa Cecilia, patrona de los músicos, y hoy, en el marco del Fin de Año Musical de Araia, esta fecha tan señalada será recordada por la banda municipal de la localidad con un concierto gratuito en Andra Mari Aretoa, a las 20.15 horas, en el que se podrán escuchar piezas de Joaquín Ortega Canario, Jacob de Haan, Gerardo Virgilio, Franz Schubert, Livingston y Evans, Jan de Haan, Win Laseroms, S. Cervantes y Luis Aranburu
La primera formación de una banda de música en Araia data de 1876. A lo largo del tiempo fue adquiriendo importancia y notoriedad, de manera que en 1918 el Ayuntamiento decidió construir un kiosco en la plaza, para la realización de los conciertos.
En 1922 se creó la Unión Artística de Araia, dedicada a la promoción de las actividades culturales en el municipio de Asparrena. Lo mismo organizaba representaciones teatrales que bailables. Amenizar las tardes de los domingos desde el kiosco de la plaza fue el principal cometido de la banda, hasta que, en los años sesenta del siglo pasado, las costumbres cambiaron. Además, los aficionados a la música preferían canalizar su vocación a través de los nuevos conjuntos de música moderna. Fue la época del inicio de grupos como la Orquesta los Diamantes o Joselu Anaiak. Otros formaron txarangas que amenizaban las fiestas. Debido a todo ello la agrupación acabó disolviéndose en 1968.
En 1988 se pusieron de acuerdo un grupo de diez antiguos componentes de la desaparecida banda y otro de aficionados a la música más jóvenes para dar impulso a un nuevo proyecto de banda de música para Araia. El Ayuntamiento se interesó en el proyecto y, así, se inició la segunda etapa de la Banda de Música de Araia.
La nueva formación debutó en las fiestas de San Pedro de 1989. A su amparo se creó en 1992 la Escuela de Música, el Coro y la Banda de Txistularis, como secciones de la Asociación Musical Germán María de Landazabal. Bajo la dirección de Alfredo Markinez, no han cesado de realizar conciertos en todo Euskal Herria, como el que hoy ofrecerán en su propia casa.
Lo harán para recordar a Cecilia, que vivió en el siglo III. Sus progenitores decidieron su matrimonio con un noble llamado Valeriano, algo normal en la época pero que chocaba con las creencias de la mujer, que era cristiana y había consagrado su virginidad a Jesús. Ella aceptó el matrimonio pero bajo unas condiciones. "Tengo un ángel de Dios que guarda mi virginidad -le dijo-, si te acercas a mi con amor impuro, desenvainaría su espada y cortaría en flor tu vida, pero si me amas y respetas mi pureza, se hará tu amigo y nos colmará de bienes". Valeriano, a pesar de sus reticencias iniciales, se convirtió al cristianismo, volvió a su casa y vio junto a Cecilia al ángel que les puso una corona de rosas. Al cabo de unos años, ambos fueron martirizados. Existía la tradición de que esta santa tocaba el arpa y que cuando fue apresada no cesaba de entonar cánticos. Por eso, en 1584 fue elegida patrona de la Academia de Música de Roma.