Encarna a Regina Giddens, la 'Loba', una codiciosa potentada sureña. ¿Le ha costado meterse en su piel?
La escritora Lillian Helman es poco conocida en España, pero yo tenía muchas ganas de hincarle el diente a algunos de sus personajes y siempre pensé que La Loba era el papel que debía hacer. Pero me ha sorprendido, cuando lo acepté pensaba que estaba hecho a mi medida, pero no ha sido así, he tenido que despojarme de los trabajos interiores y quedarme con esa brutalidad y bestia parda que es el personaje.
Ha confesado que es el personaje más malvado que ha llevado en toda su vida a escena...
No disculpo a mis personajes anteriores, pero los entiendo. Pero en cambio, nunca había tenido la impresión de interpretar a una mala intrínseca porque la maldad de Regina es diferente, es una maldad barata, que no se puede disculpar. Es una ambición obscena, como diría Obama, que me produce repulsión.
¿Es un papel que ha aceptado por el desafío de interpretarlo?
Así es, es un gran reto y uno de los más complicados que he hecho en mi vida. En el escenario, trato de llenar a Regina de esa maldad y defiendo los argumentos que ella se da a sí misma, pero no la quiero. Yo puedo querer a Medea, que es una mujer, que hace algo inconcebible, pero puedo pensar que todo lo que le ha pasado le ha llevado a su destino, a su final atroz. Pero Regina tiene una frustración destructiva, que no consigo disculpar.
No dejará indiferente al público ...
Consigue dejar a la gente sin respiración en el patio de butacas, es de esas obras de las que se sigue hablando semanas y semanas.
¿Se ha encontrado con muchas lobas en la vida real?
Es como si Hellman hubiera leído esta misma mañana los periódicos y hubiera escrito esta obra. En la actualidad, hay muchos lobos y muchas lobas, y cada día hay más y son más poderosos. Cada día deciden más por nosotros y estamos más callados, aunque la gente hace lo que puede para que se les escuche, protestando en medio mundo, pero es como si no les oyera nadie. Queremos salir del agujero que nos han metido los que están en su casa, tranquilamente, con los bolsillos llenos de miles de millones.
¿La codicia es la maldad más despreciable?
El poder que da el dinero siempre es algo viscoso y sucio. Lo estamos padeciendo todos en nuestras carnes, la codicia va dejando cadáveres a su alrededor. Todos los desahucios, todo el dolor que está viviendo Europa, que pensaba que esta asignatura atroz ya la había pasado y nunca más iba a volver... Estamos viviendo el empobrecimiento de los más pobres, cada vez hay más gente por debajo del umbral de la pobreza, los que ayudan a los que sufren ya no tienen más capacidad... Estamos viviendo una situación que yo pensaba que no se iba a volver a producir.
¿Y en el teatro? ¿Cómo es la situación actual?
Todavía no es dramática, pero la brutal subida del IVA va a provocar que muchas compañías jóvenes desaparezcan, muchas ciudades no podrán tener un teatro porque no podrán pagarlo... Han comparado la cultura con un abrigo de visón; no me parece mal que haya que pagar impuestos para comprar un diamante, pero no se puede subir el IVA del teatro del 8 al 21% como si fuera un artículo de lujo.