Vitoria. Eran las dos de la madruga del ya domingo 14 cuando el grupo navarro Marea decidió dar por finalizadas sus tres horas de concierto en el Iradier Arena. Kutxi Romero y los suyos estaban más que a gusto, hacía ocho años que no pisaban un escenario gasteiztarra y se trataba de su última actuación en Euskal Herria antes de partir hacia el continente americano dentro de la gira de su último disco, En mi hambre mando yo. Hubo tiempo para todo, para tocar a Los Suaves, para repasar temas de siempre, para desglosar las canciones del disco más reciente y para charlar con un público que, además de estar integrado por un buen número de espectadores alaveses, contó con la presencia de gente llegada de varios territorios limítrofes, sin olvidar a unos cuantos familiares y amigos de los músicos.

Y entre tanto personal estuvieron cuatro técnicos enviados por el Ayuntamiento de Vitoria. Su objetivo: estudiar, en la práctica, la tan traída y llevada acústica del recinto dentro del informe que el Consistorio ha contratado con la empresa AAC Acústica, radicada en el Parque Tecnológico de Álava, por 20.000 euros.

Tras las críticas surgidas hace un mes durante la actuación del monologuista Leo Harlem (ya que buena parte de los asistentes sufrieron lo suyo para seguir algo de la representación), el fantasma de los problemas que presenta el Iradier como espacio multiusos habían vuelto a florecer. Así que eran muchos, sobre todo los vitorianos conocedores de la polémica, que antes de empezar el concierto de Marea estaban con la mosca detrás de la oreja por lo que pudiera pasar.

Eso sí, cierta tranquilidad se empezó a apoderar del personal ya con los teloneros, Radio Plebe. Y con Marea sobre el escenario, las sensaciones fueron mejorando. No, el espacio no puede sonar perfecto, para empezar porque se trata de un recinto redondo y, para terminar, porque tiene problemas de origen que son los que se llevan intentando solucionar desde hace tiempo, ahora también con la realización del mencionado estudio. Pero la sensación general entre los presentes, sobre todo entre aquellos que habían visto en el coso o a Fito & Fitipaldis o a Melendi, fue bastante positiva. Es decir, al edificio no se le pueden pedir milagros, pero si el trabajo de sonorización se hace como se debe y, además, el techo está al descubierto, ni tan mal.

Es más, las buenas sensaciones que tuvieron los promotores de la actuación a este respecto y las que trasmitieron muchos de los comentarios escuchados nada más terminar el concierto del pasado fin de semana se han visto ratificadas después por los propios componentes de Marea. Al grupo le gustó mucho la plaza como lugar para conciertos, ya que se sus componentes se sintieron muy cómodos con las instalaciones y las posibilidades que puede llegar a ofrecer. ¿Y el sonido? Sin problemas. Aceptable.

Sin duda, hay cuestiones en este campo que se pueden y deben mejorar de cara a futuro. Habrá que ver qué dice el análisis que está realizando la empresa alavesa y, en función de sus conclusiones, cuánto cuestan y si se pueden financiar, tal y como están las cosas, las soluciones aportadas. Eso será algo que el Ayuntamiento de Gasteiz tendrá que decidir, partiendo de la base de que se está hablando de un edificio casi nuevo.

Pero también hay que tener en cuenta otros factores. Por ejemplo, el propio trabajo de los técnicos de cada actuación. Con Harlem, una de las piedras en el camino fue que la labor previa de sonorización no se hizo como se requería por parte de los promotores de la cita (una firma riojana con la que grupos alaveses como Segismundo Toxicómano han tenido serios y aireados problemas en el pasado).

Lo cierto es que si el Iradier Arena consigue encauzar la cuestión de la acústica (resolverla por completo es una quimera), y tras los arreglos acometidos con respecto a la actuación de Fito en 2007 (el público del coso ya no pisa arena, no hay corrientes formadas entre los vomitorios...), el espacio puede ganar enteros de cara, por lo menos, a conciertos como los realizados hasta el momento.

Con todo, esto forma parte de un futuro que ya se verá cómo y cuándo se concreta. Lo que sí se va a producir, y con la colaboración -como sucedió en los casos de Fito & Fitipaldis, Melendi y Marea- de este periódico, será la próxima actuación el 30 de noviembre del cantante y compositor Manolo García (aunque no hay que olvidar que el sábado 10 tocará en este espacio Maldita Nerea). En el caso del ex de El Último de la Fila, la cita tendrá un aforo limitado ya que la actual gira del álbum Los días intactos está pensada para realizarse en teatros y auditorios. Su concierto en Vitoria (las entradas se pueden conseguir ya por 35 euros, que será precio único) será el penúltimo antes de concluir el tour en Madrid.

El paso de Marea, como en su día sucedió con Fito y Melendi, demostró que la acústica del espacio puede no ser un problema sin que sea perfecta. Eso no significa que las mejoras sean prescindibles, pero tampoco que aquí no se pueda hacer nada de calidad.