Donostia. ¿Cómo afronta este Festival, tan distinto al año pasado?

Con algo de perplejidad y muchas ganas e ilusión. Ser jurado te da la posibilidad de ver el festival desde el otro lado. Es algo muy increíble para mí, de mucha responsabilidad y un honor enorme; procuraré aprender a ser jurado. Tengo curiosidad por ver cómo funciona por dentro. Parece ser, además, que la selección es muy interesante, grandes directores que apuntan a grandes películas.

En el Zinemaldia es casi un lugar común que los medios y el público no compartan el fallo del jurado.

Voy a ser copartícipe y espero que este año la decisión sea más acertada, pero imagino que es muy difícil, son doce películas, las doce tendrán sus valores y serán estupendas, y tener que elegir una u otra…

Es probable que cada jurado tenga su preferencia: por los nuevos lenguajes, por una historia clásica, o por una ambientación exquisita...

Quién dijo justicia cuando quiso decir premio (risas). En ocasiones, todo el mundo está de acuerdo, pero muchas veces las decisiones las tomamos personas con gustos cinéfilos diferentes, o conceptos distintos de lo que es un buen guión o una buena dirección. No es una cuestión de pesos y medidas, sino que son emociones. ¿Y cuál es la mejor emoción? Complicado. Pero apasionante.

Como emoción añadida, en Zabaltegi presenta 'Baztan'.

Intentaré estar en los pases de la película de Iñaki (Elizalde, director) y ver cómo es recibida por la gente. Tengo una suerte muy grande con mi oficio, a mayoría de los trabajos me han dejado recuerdos extraordinarios. Esta es una película muy curiosa, con una estructura original, y, como cada filme, te plantea enigmas y problemas nuevos. Siempre tienes ese temor maravilloso de si estarás a la altura, si sabrás resolverlo, si podrás ayudar al director a hacer la película que quiere hacer. El día 24 (mañana) lo sabremos mejor, cuando lo vea la gente corriente, que es el espectador al que creo que todos los cineastas quieren hablar.

Ha hecho algún pinito como realizador, y uno de sus cortos fue seleccionado por Kimuak, pero creo que no ambiciona especialmente dirigir.

No. Yo hice un corto, trabajé durante mucho tiempo en la televisión en dirección de programas. En la televisión me encontraba muy cómodo; el cine no es lo mío, no creo que se me diera muy bien dirigir una película. Los directores son más esclavos que los guionistas de la películas, el guionista dedica uno o dos años y antes de empezar el rodaje lo deja, los directores tienen dos o tres años más, el rodaje, la posproducción... Hay que tener una paciencia de santo para estar seis años con la misma cosa.

Escribe poesía, da clases y escribe guiones.

Hago un llamamiento a los poetas que quieran vivir de la poesía para que lo dejen. Con las clases empecé por motivos económicos y descubrí que me apasionaban; ahora se mezclan la pasión y la economía.