vitoria. Las figuras maléficas que han complicado la vida del agente 007 han sido, cuanto menos, peculiares. Desde personajes con rasgos físicos repulsivos, hasta mentes insospechadamente inteligentes han intentado entorpecer las misiones de James Bond durante sus 50 años de vida cinematográficos.
El primero de ellos fue Dr. No en la película Agente 007 contra el Dr. No (1962). El personaje interpretado por Joshep Wiseman tenía como singularidad unas manos de metal con las que intentó ahogar a Bond. Frío y muy calculador, pretendía hacerse con el control de una nave espacial norteamericana desde Jamaica.
Sin duda, uno de los malos más recurrentes ha sido Ernst Stavro Blofeld. En Solo se vive dos veces (1967), interpretado por Donald Plasence, intentó provocar una guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En Al servicio secreto de su majestad (1969), encarnado por Telly Savalas, trató de sintetizar un virus que mataría a millones de personas. Mientras que en su última aparición en Diamantes para la eternidad (1971), con Charles Gray como actor, hizo lo posible para destruir diversas zonas de Estados Unidos. El personaje de Blofeld, que vuelve a aparecer en la película no oficial Nunca digas nunca jamás (1983), es uno de los más conocidos y ha dado lugar a parodias como la que aparece en la de la trilogía de Mike Myers, Austin Powers.
Christoper Lee interpretó a Francisco Scaramanga en El hombre e la pistola de oro (1974), el asesino mejor pagado del mundo, nada menos que un millón de dólares por cadáver. Como curiosidad cabe decir que Fleming y Lee son primos y que fue el escritor quien sugirió que su familiar diera vida a este malvado. La pistola de oro que usó, y aquella por la que se caracterizó, estaba compuesta por un encendedor, un bolígrafo, una cajetilla de cigarros y unos gemelos.
En las películas consecutivas La espía que me amo (1977) y Moonraker (1979), un matón a sueldo del villano millonario acaparó la atención. Jaws, interpretado por Richard Kiel, con sus dos metros de altura y sus dientes metálicos fue un hueso muy duro de roer.
Max Zorin, encarnado por Christoper Walken, tomó el protagonismo en Panorama para matar (1985). Se trata de un enemigo inteligente y perverso, producto de un experimento genético nazi, que quiso destruir Silicon Valley para conseguir más dinero del que ya tenía. Junto a él, una bella May Day, interpretada por Grace Jones, complicó la vida de Bond.
Años más tarde, en El mundo nunca es suficiente (1999) Renard, con Robert Carlyle como intérprete, pretendió conseguir el control mundial del petróleo. La gracia del personaje residía en la bala que tenía alojada en su cerebro, de forma que carecía de sensibilidad hacia el dolor.
El anteúltimo adversario de Bond que se ha podido ver en la gran pantalla fue Le Chiffre, con actuación de Mads Mikkelsen en la película Casino Royal (2006). Afectado de forma involuntaria por Bond, intentó por todos los medios recuperar su fortuna perdida en una partida de póker. El último de los malvados que se conoce hasta hoy, ha sido el interpretado por Javier Bardem en Skyfall (2012), quien se ha puesto en la piel de Silva.
Si todos los actores que han interpretado a James Bond tenían rasgos comunes, los enemigos se han caracterizado, sin duda, por su disparidad en cuanto a rasgos físicos y psíquicos con un denominador en común: todos ellos han sido malos malísimos.