Madrid. Daniel Calparsoro ha vuelto al cine después de siete años y lo hace en pie de guerra. Tras abordar el terrorismo vasco en A ciegas o la guerra de los Balcanes en Guerreros, se va a Irak con Alberto Ammann y Antonio de la Torre en Invasor, de la que empieza a abrir boca a meses de su estreno.

El "nuevo Daniel Calparsoro" maneja más dinero que nunca. Poco queda de ese talento independiente que hacía cine al margen con Najwa Nimri en Salto al vacío o Pasajes. En Invasor no tiene problemas en asumir las ventajas de un proyecto que considera "de encargo" y en el que lo fundamental es entretener.

"Mi ambición es ir al mayor público posible. No ha sido siempre así, pero ahora es una apuesta decidida", explica. Y las escenas sueltas que ya muestra de su Invasor demuestran que algo permanece de ese pequeño autor que sabía sacar partido a sus escasos recursos. Con 3 millones de euros, la película tiene aspecto de superproducción.

Todo empieza con un largo prólogo ambientado en la guerra de Irak, donde Diego, interpretado por De la Torre, representa al militar "con un perfil más funcionario, que es como cualquier persona normal, y entra en el ejército por vivir aventuras, por salida laboral o por tradición familiar", mientras que Pablo, el médico militar al que da vida Ammann, vive la causa humanitaria. "Quería retratar las contradicciones de esos ejércitos que están entre pacificadores e invasores. Desde la intervención de la OTAN en Bosnia, los ejércitos funcionan como ONGs, pero para sus misiones humanitarias van con una metralleta colgando del brazo", resume el realizador vasco, que también ha enrolado en su "ejército" a Inma Cuesta y a Luis Zahera. Pero también aclara que Invasor no es una película bélica ni una crítica específica a esta contienda. "La guerra de Irak es el decorado, podríamos haberla hecho en Afganistán, pero está pasando todavía y nos parecía delicado", explica.

El verdadero conflicto se produce cuando el personaje de Alberto Ammann, el médico de buenas intenciones, empieza a entender el sentido global de esa operación de la que formó parte. "Es entonces cuando empieza la película". Y ahí comienza a despegarse de la novela en la que se basa la película o, más bien, se inspira. "Hemos apostado más por la acción y menos por la psicología que había en la novela. Queríamos hacer una película en la línea de la saga de Jason Bourne", sintetiza Calparsoro.

Un Ammann más maduro, con el pelo jaspeado por las canas y lleno de conflictos internos, se convierte en el peculiar héroe de esta cinta, que ha sido rodada en las islas Canarias, para recrear Irak, y también en Galicia, donde hace aparición la burocracia militar y emerge un villano matizado: Karra Elejalde. En las escenas de guerra, Calparsoro ha renunciado a la estética clásica. "Todo lo bélico tiene que sentirse, vivirse como aventura. No quería la típica película en color sepia, sino que se vea que, también durante una guerra, los sitios están vivos". Invasor tiene previsto su estreno en diciembre de 2012.