madrid. Innovador de raíces clásicas, Aki Kaurismäki ha puesto en el mapa al cine finlandés con películas como Un hombre sin pasado o El Havre en las que ha desarrollado un universo original del que él mismo parece formar parte, tal como estudia Pilar Carrera en un libro monográfico que edita Cátedra. Carrera, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, se ha enfrentado a un director de cine cuya realidad como hombre es sumamente escurridiza y cuyas declaraciones hay que poner siempre en cuarentena. "Lo que hace, dice, sus apariciones públicas... está todo orquestado. Sus historias continúan en las ruedas de prensa que ofrece en los festivales. Se ha creado un personaje y actúa en consecuencia", dice la autora, para quien el finlandés "tiene una precisión narrativa impresionante y es un escenógrafo excepcional". "Kaurismäki es el único cineasta capaz de explotar todo el potencial melancólico de esos objetos industriales decrépitos. Son ruinas cotidianas. Y sus personajes, aunque no los ves inmutarse, no los ves llorar, enseguida sabes qué sienten".