Muchos grandes músicos del género que estos días invade Gasteiz comenzaron tocando en una de ellas. Muchos niños descubrieron la fuerza de la música al ver a lo lejos la gran tuba, atronando de ritmo las calles. Y muchos gasteiztarras disfrutaron ayer de los dos primeros paseos de la itinerante banda sonora oficial de esta edición del Festival de Jazz, una Shaking All Brass Band que, una vez iniciado su paseo, apenas abandona la música durante unos instantes. Lo justo para respirar.

Una brass band no toca. Una brass band desfila. Aquellas agrupaciones que abrían -y aún abren- paso con sus notas a las comitivas funerarias fueron también, más tarde, carne de fiesta. De ese encuentro en torno a melodías y ritmos -ante todo metales y percusión- que ayer se trasladó a los instrumentos que partían al mediodía de la Virgen Blanca, en una suerte de preparación para todas las fanfarres que, en breve, cruzarán el ágora en busca del tradicional paseíllo.

El de la Shaking All Brass Band fue algo distinto del de los blusas, tomando la calle Postas camino de Fueros, y no dibujó un cauce de gasteiztarras a los lados de la calle, sino que ejerció de flautista de Hamelín. A quienes siguen a las brass band -responsables de buena parte de la fuerza de la comitiva- se les denomina second liners, y un buen puñado de ellos se dejaron hipnotizar por la música -desde los sempiternos encuestadores del cruce Postas/Dato hasta paseantes poco avisados- siguiéndola como una de las tantas manifestaciones que, día tras día, delatan la injusticia que sigue poco a poco rodeándonos.

También los negros del XIX norteamericano, víctimas del esclavismo, se organizaron para levantarse contra la opresión, pero la única reacción que provocó la agrupación fue, sin embargo, el baile, con muchos de los second liners llevados inevitablemente hacia el movimiento, además del que proponía el zig zag con el que los instrumentos trataban de encontrar siempre el tendido de sombra.

Sorteando -y avivando- las terrazas, masajeando la mañana de rebajas de los dependientes, tratando incluso de interrumpir el recorrido del tranvía, la banda recorrió Fueros, San Prudencio y Dato avisando a los que aún no se habían enterado de que vuelve la semana del jazz, dando a los que estaban más que avisados aquello a lo que habían venido, una pequeña ración de música viva, a la antigua usanza, con la que poner una nota de color al mediodía.

Hoy recorrerán solo el tramo que lleva de Virgen Blanca a Fueros (13.00) y, por la tarde, estarán en La Florida (19.30), colándose durante el resto de la semana por múltiples calles y plazas de la ciudad hasta confluir el sábado en Mendizorroza. Vayan en su busca. O déjense encontrar. Así nació el jazz. Y así es como sigue creciendo.