EN 1972, uno de los censores que vigilaba la música pop rock durante el franquismo definió sus dudas sobre un puñado de canciones con la sentencia "veneno en dosis camufladas", frase que da título a un libro pionero sobre este desconocido entramado, más bien caótico.

The Rolling Stones, Bob Dylan, David Bowie, The Who, Roxy Music, Eric Clapton, Nina Simone, Joan Baez, la Velvet Underground, Los Brincos o Doctor Pop son algunos de los numerosos casos recogidos en este volumen, editado por Milenio y que es fruto de diez años de una minuciosa investigación entre miles de documentos del Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares.

"Tenía discos que sabía que habían salido distintos en España, pero desconocía si era censura y quería probar qué había ocurrido. Además era un terreno poco explorado. Es bueno que sepamos lo que pasó para que podamos seguir disfrutando de la cultura", explicó su autor, Xavier Valiño.

Las carátulas de los discos, los títulos, las letras de las canciones sufrieron modificaciones y recortes por el dictamen de un reducido grupo de censores literarios que, por las tardes y como complemento a sus sueldos, vigilaban un pujante mundo.

Se controlaban las alusiones a la homosexualidad, las palabras malsonantes, los cuerpos desnudos o ligeros de ropa, las actividades indecorosas, las canciones subversivas, las drogas o las referencias a los marginados, con unos comentarios que nos devuelven con perplejidad a nuestro pasado.

"No tenían instrucciones. Trataban de intuir lo que el régimen quería de ellos, y les preocupaba sobre todo que algo se les escapara", como refleja la frase que da título al libro, prosiguió este investigador, quien logró contactar con uno de estos censores, que caían en incongruencias al tratar de descifrar un código, el del pop-rock, que desconocían.

Así, un caso paradigmático es el primer disco doble de la historia, Blonde on Blonde de Bob Dylan, que en España sufrió la censura de tres canciones por posibles referencias homosexuales de las letras, nada más lejos de la intención del cantante, aseguró Valiño.

Uno de los ejemplos destacados por el autor fue el del disco Sticky Fingers, (Dedos pegajosos) de The Rolling Stones. Con un diseño de Andy Warhol, la fotografía de portada mostraba la entrepierna de un pantalón vaquero con una cremallera, pero ante la negativa de la censura, se hizo una fotografía nueva para la edición en España "bastante macabra" y hoy muy solicitada por los coleccionistas: unos dedos saliendo de un bote con un líquido pringoso.

El entramado censor se ejercía en dos líneas, la primera en la radio, a través de la Dirección General de Radiodifusión y Televisión y por una sola persona, que elaboraba los listados de las canciones que no podían difundirse, pero que nunca dejó constancia de los motivos.

Entre los grupos españoles, Valiño citó el caso de Doctor Pop, que tuvo que retirar del mercado el single Sofía, porque tenía el mismo nombre que la futura reina de España, y se cambió por Lucía.

Los Brincos publicaron el disco World, Devil & Body con la portada original en la que aparecían sus integrantes con el torso desnudo en 1997, veinte años después de que se dieran los últimos casos de censura en el pop-rock.