VITORIA. En marzo de 1987, nueve alumnos de Luis Dorao se apuntaban a un recién nacido coro. En junio ya eran 42. Crescendo empezó idem, creciendo, y con ese afán orgánico ha alcanzado unas bodas de plata que mañana celebra junto a la Banda Municipal en el Principal. 160 chavales de 9 a 17 años cantarán, entre otras, piezas de Jesús Guridi e Hilario Extramiana, encargado a su vez de la batuta.

Serán 160. Pero son muchos más. 520 coralistas de siete centros escolares, divididos en 24 grupos, componen esta polifonía con la educación como objetivo. La musical y la personal. Armentia, Ibaiondo, Ikasbidea, Lakuabizkarra, Umandi, Toki Eder y la germinal Luis Dorao aportan cuerdas a un proyecto que tomó ejemplo de la apuesta de la música como educación complementaria que se llevaba a cabo en Hungría, Finlandia o Estados Unidos. Y alguien dijo: "si las circunstancias no están, se crean".

Y se crearon, en un proyecto de educación íntegra que ha logrado premios, que ha viajado, que ofrece conciertos didácticos para 22.000 escolares cada año, que llega a los hogares de sus intérpretes, que colabora con otros gremios artísticos, que firma varios intensivos anuales, que ha grabado cinco discos, que ha cantado en Los lobos de Washington poniendo banda sonora a las andanzas de Bardem...

No dan las vocales para explicar tantas cuerdas. Con prolífica emoción lo cuenta la impulsora, Inma Arroyo, que ve en la polifonía "una herramienta extraordinaria" para potenciar desde los idiomas hasta la expresión corporal. "Se nos conoce como el coro que baila cuando canta", asegura, recién llegada de Barcelona, a punto -tras la cita de mañana- de viajar a Bélgica a un encuentro con más de un centenar de coros. Pianista y pedagoga, además de batuta de Crescendo, reconoce sin titubeos que "teníamos muy claro dónde queríamos llegar".

Disciplina, concentración... Son claves para alcanzar estos niveles que se mostrarán mañana a las 20.30 a través de cinco piezas, alguna, explica Extremiana, "con gran dificultad sinfónica". Abrirá El pajarillo, del propio director, y le seguirán, todavía en el aniversario del compositor, las Canciones infantiles de Guridi, con las que, precisamente, Luis Dorao se estrenó. Y no se estrenó, pero estrenó, el Sustraiak de José Luis Ruiz de Gordoa -uno de los Joselu Anaiak-, escrita especialmente para el coro. Será el epílogo -salvo probable propina-, tras Súplica por el mundo futuro, de Hendrikus Cornelis van Lijnschooten, y Celtic child, de Bert Appermont. "Van a hacer que la música siga creciendo", pronostica Extremiana. Porque, con Crescendo, siempre se pronostica al alza.