madrid. El escritor irlandés John Banville considera que, en esta época de crisis, los médicos deberían recetar a sus paciente novelas negras como las que él firma bajo el seudónimo de Benjamin Black, en las que "todo es tan terrible que nos hace pensar que en realidad no estamos tan mal".

Banville ha rescatado al forense Quirke para escribir En busca de April (Alfaguara), la cuarta de las novelas de la serie publicada con el nombre de Benjamin Black, y en la que vuelve a desentrañar inconfesbles secretos de familia en la opresiva Dublín de los 50. April es una joven de una influyente familia dublinesa, los Latimer. Un buen día se esfuma y su desaparición inquieta a su amiga Phoebe, la hija de Quirke, a quien conseguirá arrastrar a una complicada investigación. En su tercera aparición en una novela de Black, Quirke está intentando dejar la bebida, pero que nadie espere grandes cambios, porque, como dijo ayer John Banville en una entrevista, su personaje "no cambia nunca".

oscuras relaciones "No me gusta Quirke y la verdad es que no lo comprendo, porque no tiene nada que ver conmigo, o eso creo al menos. Me gusta en cambio la gente que le rodea, en especial su hija, Phoebe, que tiene problemas, es oscura como él, pero está más viva que él. Quirke es un forense, vive entre los muertos", dice Banville. Como en las anteriores entregas de Benjamin Black, la trama de En busca de April está trazada por la hipocresía, las mentiras y las oscuras relaciones familiares, un filón inagotable para su autor, que tiene en preparación otros dos títulos con los mismos ingredientes.

John Banville (Wexford, 1945) está convencido de que, pese a la crisis mundial, la realidad sigue siendo mejor que la de sus novelas negras. "En Irlanda estamos mucho mejor que en los años cincuenta y no quisiera pensar que mis hijos y mis nietos tuvieran que vivir en un país como aquel, porque era terrible", afirma. "Sí, sería bueno que los médicos recetaran a sus pacientes novelas de Benjamin Black, porque todo lo que hay en esos libros es más terrible que la vida real y al final diríamos: 'bueno, no estamos tan mal", dice. Banville admite que sería una buena idea que Quirke, un entrometido a su pesar, metiera sus narices en los secretos de los bancos en una próxima novela, aunque el escritor se muestra escéptico ante las protestas globales contra el sistema político y financiero. "Creo que el movimiento de los indignados divierte a la gente y les da la idea de que al menos están haciendo algo. Pero es un movimiento que no va a cambiar nada. Las cosas no cambian", afirma el autor, que admite que su planteamiento es digno de Quirke. "Nadie se queja del capitalismo cuando funciona. En Irlanda, cuando éramos ricos, hace unos pocos años, nadie se quejaba", asegura.