Venecia. El Festival de cine de Venecia mostró ayer su cara más seria en su quinto día de competición, con dos filmes duros e interesantes sobre el drama de la inmigración y la hipocresía que todos mostramos frente a ella en Terraferma y sobre la adicción al sexo en Shame (vergüenza). Dos historias muy diferentes, igual de bien resueltas cada una pero que pisan terrenos muy conocidos en ambos casos.
En el caso de Shame ratifica al británico Steve McQueen como el excelente director que se dio a conocer en 2008 con Hunger. Repite como protagonista el alemán Michael Fassbender, dando vida a Brandon, un adicto al sexo que sólo busca relaciones esporádicas con prostitutas, mujeres que conoce en bares o a través de Internet. Aun así, su director lo considera un filme político. "Hunger era un filme político, pero Shame también lo es. Cuenta la historia de un hombre libre y de cómo el exceso de libertad puede al final encarcelarle", explicó McQueen.
En este caso, para el director esa cárcel es el sexo, pero es algo que puede aplicarse a cualquier otra adicción. Brandon es un personaje que, pese a todo, "no está lejos de la mayoría de nosotros", reflexionó el realizador, cuyo cine se centra en la gente, en los diferentes tipos de necesidades que tienen en cada lugar del mundo. De ahí que en este caso fuera importante que la acción se situara en Nueva York, la ciudad "del exceso y del acceso" .
Sobre su trabajo, el actor alemán -que ayer presentó también en competición A dangerous method, de David Cronenberg- quiso restar importancia a las múltiples escenas de sexo que hay en la película. "Lo más importante es que todo el mundo implicado se sienta tan bien como sea posible, de forma que no tengas que hacer demasiadas tomas". Junto al alemán, la actriz Carey Mulligan tiene un estupendo papel secundario, el de su hermana. Una joven cantante con tendencias suicidas y que protagoniza, cantando New York New York al estilo blues.
terrafErma Y frente a la frialdad de Shame, el drama y la pasión italiana en la primera de las tres películas a concurso del país anfitrión, Terraferma, de Emanuele Crialese. Una historia muchas veces contada de la hipocresía y falta de moral con la que todos nos enfrentamos al problema de la inmigración ilegal. En una pequeña isla de Sicilia, donde sus habitantes sobreviven a duras penas con la pesca y la visita de turistas, la llegada de inmigrntes ilegales en pateras supone un dilema moral entre la necesidad de ocultarlos a la vista de los turistas y la de ayudarles como manda la ley del mar.
Una película en la que el Crialese comenzó a pensar en 2009 tras una tragedia en una patera en Lampedusa, que pasó tres semanas a la deriva sin que ningún barco ayudara a las 79 personas que estaban a bordo y de las que 73 murieron. Una de las supervivientes, Timnit T. representa en la película a una de esas personas que se lanza a un viaje con pocas posibilidades de éxito para poder conseguir una vida mejor. "Vi su foto en el periódico, con un montón de gente a su alrededor. Había atravesado un infierno. Y tenía una mirada, una sonrisa, de una persona que parecía haber llegado al paraíso", explicó Crialese. El director consiguió localizarla meses después e inventaron juntos una historia que funcionara en el cine y que es Terraferma, en la que Crialese quería ante todo mostrar "su grandísima dignidad y la grandísima lección de vida" que dan estas personas.