barcelona. Para muchos puede ser sacrílego abordar mitos como Lorca o Joyce bajo el prisma del cómic, como antes se dijo del cine, pero las viñetas están demostrando ser un medio para acercarse a grandes personajes históricos, aunque aún estén vivos, como ocurre en el Castro del alemán Reinhard Kleist. El género ha desembarcado con fuerza en el salón del cómic de Barcelona, donde además de la obra de Kleist -dibujante que abordó, aunque en vertiente cómica, la vida del cantante Johnny Cash-, se han presentado numerosos títulos biográficos como Dublinés de Alfonso Zapico, sobre la figura de James Joyce, o La huella de Lorc", de Juan Torres y Carlos Hernández.
La idea de Castro (Norma) le surgió a Kleist tras un viaje a Cuba. Fue allí cuando vio que el líder revolucionario, a pesar de su decadencia política, tenía un carisma evidente para convertirse en personaje de cómic, aunque fuera a través de la mirada irónica y crítica de un reportero, que lo retrata desde el inicio de la revolución. Kleist apunta que Fidel Castro es un "personaje extremo", un "macho alfa" cuyo magnetismo se mantiene, sobre todo en los entornos rurales de la isla, pero que es difícil abordar, ya que el personaje se ha comido a la persona después de más de 50 años en el poder. "Si no puedes empatizar con él, al menos este libro, me han dicho algunos lectores, te permite conocerlo un poco, entenderlo", afirma el autor, que ha contado con el apoyo del periodista Volker Skierka, biógrafo del militar cubano.
Kleist se documentó con testimonios de amigos, libros de historia y películas, entre ellas Memorias de subdesarrollo, y fotos, antiguas y nuevas, algunas de cuyas imágenes aparecen casi calcadas en las viñetas, "porque La Habana tiene una estética muy fuerte, sus edificios, los coches y, sobre todo, esa luz...".